Los torneos alemanes del inefable escritor, minerólogo, anticuario y estafador Rudolf Erich Raspe

 

En la imagen vemos algunas magníficas ilustraciones de un libro titulado Tournois tenus dans les villes d'Allemagne dans lesquels se mesurèrent les ducs de Brunswick et de Lünebourg. Es de 1530 y muestra los diversos torneos en los que participaron los duques de Brunswick y Luneburgo contra sus correspondientes rivales por distintas ciudades alemanas. Una auténtica exposición de armas, técnicas y ornamentos realizada por un maestro anónimo y que formó parte de la colección bibliográfica de un personaje singular, inaudito, excesivo e inclasificable: Rudolf Erich Raspe.

Fue un escritor dieciochesco natural de Hannover, donde nació en 1736, que tras estudiar Derecho empezó a destacar como naturalista y geólogo, algo que alternaba con su empleo en la bilbiotecas de su ciudad natal y Gotinga. En dicho trabajo empezó a decantarse por la filosofía, la historia y la bliblioteconomía, actividad esta última en la que se convirtió en un experto. La publicación de cientos de artículos y traducciones literarias, así como algunos pinitos poéticos, iniciativas editoriales y participación en debates académicos, no bastaron para sacarle de los perennes apuros económicos resultantes de su elevado nivel de vida, lo que intentó solventar en 1771 casándose con Elizabeth Lange, hija de un cirujano berlinés que aportó una copiosa dote.

 

Rudolf Erich Raspe en un retrato escultórico de James Tassie (National Galleries Scotland)

Raspe es mundialmente famoso en nuestros días por ser el autor de la primera versión en inglés, en 1785, de las extraordinarias andanzas del Barón de Münchausen (hay una cuatro años anterior, anónima -quizá suya también-, y otras posteriores, casi un centenar, que en realidad son la de Raspe aumentadas). La tituló Baron Münchhausen's narrative of his marvellous travels and campaigns in Russia, aunque con cada edición se ha renombrado de varias formas.

Sin embargo, durante mucho tiempo se creyó que el creador era el poeta germano Gottfried August Bürger, que al año siguiente tradujo su novela al alemán, añadiendo nuevos pasajes y dándole un tono mucho más satírico que el original; algo que no debió hacer gracia al auténtico barón en el que se inspira el relato, Karl Friedrich Hieronymus, aficionado a contar sus aventuras militares de forma hiperbólica, al retratarle como un redomado mentiroso y fanfarrón.

 

Frontispicio de una versión de Las aventuras del Barón de Munchausen editada por Raspe con grabados de Gustave Doré (Wikimedia Commons)

Decía antes que Raspe también se labró un nombre como bibliófilo y aficionado a las antigüedades. Ello favoreció que fuera designado profesor de estudios clásicos en el Collegium Carolinum y que el landgrave de Hesse-Cassel, Federico II, le pusiera al frente de la catalogación de sus colecciones artísticas, algo que avaló su ingreso en la Royal Society de Londres, ya que además dominaba la lengua inglesa. 

A la capital británica tuvo que huir precisamente en 1775, vía Países Bajos, tras descubrirse que había vendido monedas de esos fondos, por un valor total de tres mil táleros, para afrontar sus enormes deudas. El dinero de su esposa no bastó para sufragar éstas -el matrimonio acabó en divorcio en 1782- y Raspe fue expulsado de la Royal Society por su comportamiento.


 
 

De hecho, también en Inglaterra pasó apuros económicos y tuvo que sobrevivir gracias a la ayuda que le prestó el escritor Horace Walpole (el autor de la exitosa historia gótica El castillo de Otranto), ora encargándole la traducción de un tratado de pintura, ora pagando la deuda con un sastre que le había llevado a la cárcel. No fue suficiente; ni con el relativo éxito de unos cuentos infantiles que escribió en 1785, ni con la publicación de varios catálogos de arte, ni con su invento de endurecer el acero con tungsteno pudo cubrir su endeudamiento.


 

Las dudosas actividades que llevó a cabo en Escocia, convenciendo a un magnate para invertir en minería, falsificando yacimientos y desapareciendo con el dinero antes de empezar, le otorgaron fama de turbio (Walter Scott se inspiró en él para el personaje de Herman Dowsterswivel, el estafador de su novela El anticuario) y le obligaron a huir una vez más en 1793, el mismo año en que se casó de nuevo. Esta vez el destino fue Irlanda, donde trabajó como administrador de una mina de cobre. Murió en Killarney, en 1794, de tifus.


 

Tournois tenus dans les villes d'Allemagne dans lesquels se mesurèrent les ducs de Brunswick et de Lünebourg se conserva en la Biblioteca Nacional de Francia y se puede ver el libro completo en el enlace BNF Gallica.

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