Tratado de Londres, el final de la guerra entre España e Inglaterra (28 de agosto de 1605)
El 28 de agosto de 1604 se firma el Tratado de Londres por el que España e Inglaterra ponen fin a la guerra que mantenían desde 1585 por cuestiones religiosas (el enfrentamiento entre catolicismo y protestantismo), políticas (unión de España y Portugal, apoyo inglés a los rebeldes holandeses) y económicas (ataques ingleses a intereses españoles en América), y en cuyo contexto tuvieron lugar episodios como los de la Armada Invencible, la Contraarmada, la muerte de Drake y Hawkins o el desembarco de Juan del Águila en Irlanda.
Irónicamente, ni Felipe II ni Isabel I llegaron a ver la paz porque habían muerto ya (el primero en 1598, la segunda en 1603), así que quienes firmaron el documento fueron Felipe III y Jacobo I, conscientes de que sus respectivos países estaban agotados tras dos décadas: España tenía que atender demasiados frentes mientras que Inglaterra se hallaba en riesgo de quiebra después de que su esfuerzo bélico resultara baldío; ambos, además, pasaban por momentos difíciles, con sus poblaciones azotadas por un brote de peste.
Felipe III retratado por Pedro Antonio Vidal (Wikimedia Commons) |
Consecuentemente, desde 1600 empezaron a mantenerse contactos extraoficiales que tardaron en fructificar porque los ingleses exigían unas condiciones que los españoles consideraban inaceptables, dada su superioridad militar. Pero Felipe III quería un reinado pacífico para recuperar el desgaste del país tras tantos años de conflicto constante (de ahí que, asimismo, alcanzara un armisticio en Flandes) y otros gobernantes europeos también deseaban un poco de tranquilidad. La muerte de Isabel I facilitó las cosas porque su sucesor, Jacobo I, no era hijo suyo sino de María de Escocia.
La mediación de Juan de Tassis y Acuña, conde de Villamediana y a la sazón correo mayor de España, hizo posible que, por fin, Londres acogiera la reunión oficial de sendas delegaciones para negociar los términos del acuerdo (aunque por parte española eran dos grupos, uno hispano propiamente y otro de los Países Bajos hispanos). Los ingleses asistentes fueron Robert Cecil, conde de Salisbury (Secretario de Estado y Primer Ministro); Charles Blount, conde de Devonshire (militar); Thomas Sackville, conde de Dorset (Lord Tesorero); Henry Howard, conde de Northampton (Lord Guardián de los Puertos); y Charles Howard, conde de Nottingham (Lord Alto Almirante). Por la otra parte, además del mencionado Tassis, comparecieron Juan Fernández de Velasco, duque de Frías (Condestable de Castilla); Alessandro Robida, senador de Milán; Charles de Ligne, conde de Arenberg; Jean Richardot, presidente del Consejo Privado de Bruselas; y Louis Verreyken, audiencier de Bruselas.
El objetivo fue retomar el statu quo que había antes de la guerra y ello implicaba cesiones por ambas partes. Así, España renunciaba a restaurar el catolicismo en Inglaterra y reconocía la legitimidad de su monarquía protestante, a cambio de que ésta cesara en su ayuda económica y militar a los holandeses.
El objetivo fue retomar el statu quo que había antes de la guerra y ello implicaba cesiones por ambas partes. Así, España renunciaba a restaurar el catolicismo en Inglaterra y reconocía la legitimidad de su monarquía protestante, a cambio de que ésta cesara en su ayuda económica y militar a los holandeses.
El rey Jacobo I retratado por John de Critz (Wikimedia Commons) |
Ésas fueron las condiciones básicas, que se completaron con otras más favorables a España, ya que ambos países se comprometían a abrir sus puertos a barcos del otro (si se trataba de flotas de menos de ocho unidades ni siquiera necesitaban autorización expresa, lo que proporcionaba a los españoles bases navales en suelo inglés contra los rebeldes de los Países Bajos), en el Canal de la Mancha se permitía el tráfico marítimo hispano sin restricciones y se abría la posibilidad de un matrimonio real para estrechar lazos.
El Tratado de Londres fue recibido con celebraciones en España (porque además coincidió con el nacimiento del futuro Felipe IV) y a la visita de la delegación inglesa que encabezó Lord Charles Howard se le dio un trato exquisito, a despecho de las protestas de un sector del clero. En cambio, los ingleses consideraron humillante el acuerdo, la Cámara de los Comunes reprobó al monarca y se hizo fracasar el plan que había de casar a María Ana, la hija de Felipe III, con Carlos, el vástago de Jacobo y príncipe de Gales.
Portada de la ratificación española del Tratado de Londres firmado en Valladolid y conservado en los UK National Archives |
En 1605, un intento de un grupo de católicos de asesinar al rey durante su visita al Parlamento, al que se conoce como Conspiración de la Pólvora, estropeó las buenas perspectivas que había para la población católica inglesa y que las cosas cambiaran definitivamente. Aún así, la paz se mantuvo hasta 1625, en que estalló otra guerra de un lustro enmarcada en la de los Ochenta Años.
Imagen de cabecera: Reunión de las delegaciones hispano-flamenca (izquierda) e inglesa (derecha) en la Somerset House de Londres, obra de Juan Pantoja de la Cruz (Wikimedia Commons)
Comentarios
Publicar un comentario