El inaudito monstruo parido por un hombre en el siglo XVII

 


La ilustración de cabecera corresponde a sendas portadas de dos de los frecuentes pliegos de cordel que, bajo el epígrafe de relaciones de sucesos, narraban el nacimiento de seres deformes humanos y animales, siglos atrás, tanto en España como en el resto de Europa. Era todo un subgénero popular en el que se contaban sucintamente manifestaciones extraordinarias de la naturaleza, bien fenómenos meteorológicos (tormentas, granizos, erupciones volcánicas, etc), bien seres fantásticos que se hallaban en playas o bosques (dragones, la Tarasca...), bien partos de ingenuidad tal como el de una mujer que había parido trescientos setenta hijos de una vez o el de otra cuyos cinco bebés llegaron con cosas en la mano (por ejemplo, una espiga de trigo).
 
Una cosa nunca vista
digna de ser memorada,
y de tener en memoria
por ser una cosa estraña.
Aunque es verdad que hay algunos
incrédulos que se jatan
de dezir que son mentiras
estos sucesos que pasan.
 
 
Entre ésos que narraban nacimientos monstruosos, a veces los había con base real (en el Worms de 1495 constan dos niños unidos por la cabeza, obvios siameses que una versión se encargó de exagerar atribuyéndoles dos torsos, cuatro manos y un par de cabezas, una de las cuales dormía mientras la otra comía y viceversa). El que vamos a ver en este artículo, en concreto, fue escrito en cuatro romances o capítulos por un tal Pedro Manchego, autor del que no se sabe nada, publicándose en Barcelona en 1606 para ser reimprimido en Madrid ese mismo año y en las ciudades francesas de Rouen (ese mismo año) y París (en 1622).
 
No ha sucedido en las Indias,
ni en las islas de Canarias,
ni en la tierra del gran Gayre,
ni en Chipre, Africa y Asia.
En el cercuyto heroyco
que encierra la Isla Hispana,
junto a una insigne ciudad
que se intitula Granada.
 

El título deja claro su contenido. Se trata de un suceso presuntamente real, el alumbramiento en "un lugar ques llamado Pites de Fereyra", actual municipio de Ferreira, por entonces perteneciente al Marquesado de Cenete (Granada), de un "monstruo" medio humano medio animal que tenía cuerpo parcial de ganso, espalda de puerco espín, cola de galápago, cuello y orejas de caballo, ojos de buey y piernas humanas, aunque con uñas muy largas. La fecha, 21 de junio de 1606.
 
Pierna y pantorrilla de hombre
y en el pie quatro uñas largas,
y el otro nadie puede
juzgarle, porque no es nada.
El medio cuerpo de ganso
de puerco espino la espalda, 
de galápago la cola,
la natura entienda Bargas.
El pescueço de cavallo
y orejas la misma traça,
los ojos grandes de buey
hozico y lengua sacada.
De traça y suerte de un perro
quando de corage rabia,
si yerro en algo, otro puede
juzgarlo si en ello ay falta.
El pueblo granadino de Ferreira (Ziegler175 en Wikimedia Commons)


Lo más sorprende de esta descripción tan sorprendente como fantasiosa, debida a un vecino que habría sido testigo (el mercader Bartolomé de Mestança, que estaba en el barrio de la Alpujarra cobrando deudas "de muchas cosas fiadas"), era que no le había dado a luz mujer sino un hombre llamado Hernando de la Haba, que lo hizo "por la parte tras ordinaria" -o sea, vía anal-, si bien con ayuda de una partera llamada Francisca de León.
 
Pasando por una calle
byen vozes temerarias, 
que rompen los elementos
con grandes lastimas dadas.
llegan preguntas ques esto,
y responde una muchacha,
mi padre es que esta pariendo
señores que es lo que mandan.
Pues tu padre ha de parir
que es lo que dizes rapaza,
y por informarse bien
mas adelante se lança.
Vieron a un hombre sentado
en una silla, y sentada
una mujer a sus pies,
que en tal trance le ayudava.
Empuge señor, le dize
la vieja muy angustiada,
no ahogue a la criatura
que el peligro es la tardança.
Estando atentos mirando
con un gemido se arranca,
de las entrañas del triste
esta figura endiablada.
 
Localización geográfica de Ferreira en el corazón morisco español (Tschubby en Wikimedia Commons)

 
Los expertos consideran que el apellido De la Haba correspondería a un cristiano nuevo, probablemente un morisco converso; en el Marquesado de Cenete había censados más de un centenar allá por 1580. El contexto, el lapso cronológico que hubo entre la Rebelión de las Alpujarras (1568-1571) y la inminente expulsión definitiva de los moriscos en el reinado de Felipe III (1609) es significativo; los partos de monstruos eran uno de los signos que la tradición morisca apuntaba como augurio de su ansiada victoria final ante los enemigos cristianos.
 
El origen del monstruo, que "no vivió mas de hora y media y en ese tiempo graznava, a modo de un lechoncillo", se atribuyó al brebaje mágico que dio a Hernando de la Haba una hechicera morisca, al parecer por encargo de una antigua novia despechada ante su boda con otra. 

Estando en su juventud
tuvo amistad ciertos años
con una muger del pueblo
ciego del amor liviano.
Prometióle casamiento,
dándole palabra y mano,
y la muger en su casa
le dio entrada y passo franco (...)
Al fin le cobro afición
a una muger de su barrio,
y el casamiento se hizo
con fervor y no despacio.
Vino a oydos del amiga,
y ella de zelos rabiando,
juro de tomar vengança
de su enemigo contrario.
 
Portada del romance de Pedro Manchego
 
 
A menudo, las moriscas asumieron el rol de legatarias de la tradición ritual y sanatoria islámica, que al resultar deformada por la falta de preparación doctrinal derivaba en curanderismo esotérico, a menudo guardando poco o nada de relación con la fe musulmana heterodoxa. Para la religión cristiana, eso las situaba en el filo de la navaja, con la acusación de hechicería como amenaza perenne. Volviendo al caso de Ferreira, Hernando de la Haba había enfermado tras su matrimonio y la anciana se presentó en su casa para curarle, ofreciéndole la pócima.

A una vieja hechizera
le descubrió el pecho falso,
y la vieja le responde 
solicita de sus cuydados.
No os aflijáis hija mía, 
que prometo de vengaros,
porque un negocio de honra
no es bien que se pase en blanco (...)
La vieja hizo un hechizo
y en un pequeño vaso,
el enfermo lo llevo 
otro día con recato.
El dicho enfermo lo beve
como el que esta deseando
la salud, que no repara
en lo que es dulce o amargo.
 

El resultado del tratamiento fue el insólito embarazo del paciente, certificado por la mencionada partera. Tras el alumbramiento, el monstruoso bebé comió "torrijas con miel y huevo" que, según el romance, "después le hizieron mal provecho". La justicia se llevó preso al desgraciado padre, que evidentemente declaró no saber cómo había quedado en estado, razón por la que fue sometido al tormento del cordel (se ataban unas sogas en torno a muñecas o tobillos y se iban apretando). De sus consiguientes declaraciones, se dedujo el papel jugado por la antigua novia, quien, tras ser detenida y torturada también, confesó el pacto alcanzado con la anciana morisca. Ésta fue arrestada asimismo, aunque confesó inmediatamente.
 
Siendo la vieja venida
confusa llena de miedo,
sin apremiarla declara
mucho mas que le pidieron.
Dixo, que hizo un hechizo
y se lo dio estando enfermo,
persuadida de su amiga
como atrás dixe primero.

Quedaba probado que Hernando de la Haba no era más que una víctima, así que fue puesto en libertad. Las culpables fueron entregadas a la Inquisición, que las condenó sin que ellas apelasen la sentencia. Su destino era el auto de fe que se celebró en Granada el 30 de noviembre de 1606. La anciana fue llevada por las calles granadinas, a lomos de un burro y tocada con una coroza, en dirección a la plaza de Bibarrambla, escenario de ese tipo de actos. Por el camino, cuenta el romance, la gente le lanzaba hortalizas y cortezas de melón, a lo que ella les imprecaba iracunda.
Dize jurando la Cruz
bellacos pues para esta,
que si me apeo que os haga
tener respeto y verguença.
En 1830, la plaza de Bibarrambla todavía conservaba el sabor de siglos atrás. Ilustración de David Roberts (Wikimedia Commons)


Según la documentación de archivos, en aquel auto fueron penitenciadas ochenta personas, de las que murieron en la hoguera tres, dos hombres y una mujer. Esta última habría de ser, según el romance, la hechicera morisca. 
 
Llegaron al quemadero
adonde la vieja apea,
el verdugo y el arriero
a un palo que estaba en tierra.
Ahógala en breve espacio
y acercándole la leña
le pego y ardió
con una furia violenta.
Y así hizieron ceniza 
a la vieja fraudulenta,
que quien haze mal que pague
que es muy justo que así sea.

Más suerte tuvo la celosa ex-amante, quizá porque fuera cristiana vieja; la Inquisición la hizo pagar sólo con destierro, una pena bastante habitual en la época.
A la amiga a otro día
danle un jubón para cuenta,
y con dozientos cruzados
de la ciudad la destierran.
 
Y termina el romance con unas estrofas morales, aleccionadoras y previsoras. Lo sobrenatural como símbolo de un aviso divino con sus necesarios agentes mundanos: 
Abrid los ojos señores
no os fieys de malas hembras
la que mejor cara os haze
os vende en buena almoneda.
Mirad que son gusanillos
del alma y de la conciencia,
que os van chupando la sangre
qual haze la sanguijuela.
Son víboras ponçoñosas
son falsas y lisongeras,
es basilisco en los ojos
la que mejor rostro os muestra. 
Guardad no os hagan parir
como hizo esta alcagüeta
a este hombre, escarmentad
todos en cabeça agena.

BIBLIOGRAFÍA:

-MANCHEGO, Pedro:  Retrato de un monstruo, que se engendró en vn cuerpo de vn hombre, que se dize Fernando de la Haba, vecino del lugar de Fereyra, Marquesado de Cenete, de vnos hechizos que le dieron: parteole Francisca de Leô, comadre de parir, en veynte y vno de Iunio, de 1606 por la parte tras ordinaria, compuestas por Pedro Manchego, vezino de Granada.
-GONZÁLEZ ALCANTUD, José Ángel: Monstruos, imaginación e historia. A propósito de un romance (en Gazeta de Antropología).
-VINCENT, Bernard: Los moriscos del Reino de Granada después de 1570.
-GARCÍA ARENAL, Mercedes: Inquisición y moriscos. Los procesos del tribunal de Cuenca.
-CARRANZA VERA, Claudia Verónica: Monstruos y prodigios en la literatura de cordel  del siglo XVII español.
-CARO BAROJA, Julio: Pliegos de cordel.
-DÍAZ, Joaquín: Monstruos de papel.

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