La brutal ejecución de Anneken Hendriks con pólvora en la boca (1571)

 
 
Esta ilustración de la cabecera, cuyo autor fue Jan Luyken, un artista y poeta neerlandés del siglo XVII, forma parte del conjunto de ciento cuatro grabados en cobre que realizó para la edición de 1685 de la obra Het bloedig tooneel ("Teatro sangriento"), más conocida aquí como Espejo de los mártires. Se trata de un libro escrito veinticinco años antes, siguiendo la moda de los martirologios protestantes, por su coetáneo Thieleman Janszoon van Bragh, un predicador anabaptista que, como indica el título, quería documentar las historias y testimonios de los mártires cristianos, especialmente los primeros opositores a la Iglesia Católica que murieron ejecutados por su disidencia en el siglo anterior. Fue el caso de Anneken Hendriks, que muestra la imagen.

Nacida en Frisia en 1522, también es llamada Anna Heyndriksdochter o Anneke de Vlaster y era una mujer analfabeta que abrazó el anabaptismo hacia los treinta años de edad. El anabaptismo es una corriente del protestantismo surgida durante ese siglo XVI en los países del norte de Europa, en Suiza, Austria, Alemania y los Países Bajos, caracterizándose porque sus seguidores consideran inválido el bautismo de los niños, ya que éstos no tienen capacidad para decidir por sí mismos (y siempre salvarán sus almas al nacer inocentes); eso hace que los anabaptistas se bauticen ya adultos. También rechazan el sacerdocio y la transubstanciación (la transformación del pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo durante la eucaristía).
 
En 1554 los anabaptistas David van der Leyen y Levina Ghyselins fueron ejecutados por las autoridades católicas de Gante. Agarrotados y quemados, el primero aún seguía vivo, por milagro divino según el relato de Braght, así que se ordenó rematarlo. El verdugo le atravesó el abdomen tres veces con una horca campesina, pero como aún respiraba tuvo que romperle el cuello.
 
 
Como pasó con el luteranismo, al carecer de una autoridad única el anabaptismo se subdividió en más tendencias. Al principio todas tenían como elemento común enfrentarse a la Iglesia Católica y muchos de sus líderes se convirtieron en referencias en ese sentido, caso de Thomas Müntzer, Jan Matthys, Juan de Leiden, Bernt Rothman, Melchor Hoffman, Bern Knipperdollinck y otros. El español Miguel Servet no dirigía ningún grupo, pero también estaba próximo a esta fe; y, aunque perseguido por la Inquisición en España y Francia, paradójicamente acabaría ejecutado por los calvinistas de Ginebra. 
 
Servet era trinitario, una rama anabaptista que creía en la Santísima Trinidad y surgió en Zúrich en 1525, de la mano de Conrad Grebel. Éste, inicialmente un seguidor fiel de Zwinglio, terminó enfrentándose a él recriminándole su supeditación a las autoridades políticas, así que que no sólo se enfrentaba al Papa sino también al máximo líder protestante en Suiza. Por consiguiente, los anabaptistas trinitarios pasaron a ser perseguidos por ambos bandos. 
 
Otro grabado de Luyken con torturas y ejecuciones


Esa versión trinitaria del anabaptismo tuvo en Frisia su propio líder, el ex-sacerdote católico Menno Simons, de cuyo apellido devino el nombre de sus seguidores: menonitas. Pese a que el emperador Carlos V ofrecía una recompensa de cien monedas de oro y el perdón a quien acabase con él, la doctrina de Simons se alejaba de la postura unitaria de los anabaptistas y del extremismo luterano, abogando por el pacifismo, por lo que su difusión se debió en buena medida a la necesidad de huir de un sitio a otro huyendo de sus perseguidores. Cuando subió al trono Felipe II y estalló la Guerra de los Ochenta Años, el panorama se complicó aún más, con una situación de conflicto civil en la práctica, agravada por la cuestión religiosa.
 
Ése fue el difícil contexto que le tocó sufrir a Anneken Hendriks. Viviendo en Ámsterdam, un vecino la denunció por ser menonita en octubre de 1571, cuando ya tenía cincuenta y tres años de edad. Consecuente con sus creencias, ella no opuso resistencia alguna al ser detenida y afrontó las acusaciones de haberse casado de noche (lo que era una costumbre de esa fe), no asistir al oficio religioso, llevar años sin confesarse y acoger reuniones secretas en su casa. Al negarse a dar los nombres de otros miembros de su comunidad se le aplicó severa tortura, pero no cedió, así que la condenaron a muerte.
 
No todas las ejecuciones de anabaptistas fueron tan brutales. A Anneke Esaiasdochter (o Anna Jansz) la sentenciaron a morir por ahogamiento en Róterdam, en 1539


La sentencia de Anneken Hendricks se ejecutó en el Dam (la plaza principal e la actual capital holandesa) un mes después, el 10 de noviembre de ese mismo año, y revistió un carácter brutal. Fue atada a una escalera de mano y llevada de esa forma hasta la hoguera, a donde se la arrojó de cara pero con una particularidad: previamente, el verdugo le llenó la boca de pólvora para hacerla callar, ya que durante el camino ella lanzó duras diatribas contra sus acusadores, por lo que es imaginable el tremendo resultado final.

Comentarios

  1. Propaganda protestante, para algo fueron los que la inventaron.
    Lo de ahumar gente y exterminar pueblos según cual fuera su adscripción religiosa u origen étnico lo fueron perfeccionando con los años.

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