La persecución de la homosexualidad en Inglaterra (siglos XVI-XX)


Pese a lo que suele creerse, la persecución de la homosexualidad en la Europa Moderna no fue una obsesión de la Iglesia Católica en exclusiva, ni de España ni de la Inquisición; ni siquiera del ámbito religioso. Casi todos los países del mundo la penaban y la castigaban, a veces mediante tribunales eclesiásticos, en efecto, pero otras veces a través de la justicia ordinaria.

En Inglaterra, hasta 1533, eran los susodichos tribunales eclesiásticos los que se encargaban de la represión de quienes eran despectivamente conocidos con términos como sodomite, ganymede, catamite, bardash o tribade. Pero ese año hubo un cambio: el rey Enrique VIII promulgó la Buggery Act, la primera ley redactada específicamente para combatir la sodomía en un país germánico que no se basaba en la tradición de la Ius Commune o Derecho Común bajomedieval (el formado por la unión del Corpus Iuris Civilis -Derecho Romano- y el Corpus Iuris Canonici -Derecho Canónico-). 
Enrique VIII en una copia anónima del célebre retrato de Hans Holbein (Wikimedia Commons)

Aprobada por el Parlamento, la Buggery Act entró en vigor en 1534 tras ser presentada por Thomas Cromwell, conde de Essex, secretario de estado y ministro principal de la corona entre 1532 y 1540. Cromwell ostentaba también el cargo de vice-regente de asuntos espirituales, lo que le convertía en juez supremo en temas de fe, y vicario general, todo lo cual le permitió convertirse en defensor de la adopción del protestantismo e impulsor del Acta de Supremacía, por la que el rey pasaba a ser cabeza de la Iglesia de Inglaterra. 
De hecho, suele decirse que la Buggery Act formaba parte complementaria de la Submission of the Clergy Act (Ley de Sumisión del Clero), emitida ese mismo año con el objetivo se someter a los religiosos católicos a la autoridad estatal durante el proceso de separación de la Iglesia de Roma, de modo que se pudiera acusar a monjes y monjas de ese delito y poder así apropiarse de sus tierras, como así ocurriría poco después. Al fin y al cabo, algo parecido había llevado a cabo Felipe IV el Hermoso de Francia contra los templarios un par de siglos antes. No obstante, la Buggery Act fue ligeramente anterior y oficialmente desvinculada de la otra, aunque ocasionalmente se emplease de forma espuria, como veremos.
Thomas Cromwell retratado por Hans Holbein (Wikimedia Commons)

A pesar de que la aplicación de la ley pasaba a ser competencia de los tribunales seculares, demostraba la escasa diferencia de mentalidad que había de unos a otros en la época al definir la homosexualidad como antinatural y contraria a Dios y al Hombre, por lo que resultaba implacable: pena de muerte e incautación de bienes, si bien los religiosos quedaban exentos de la ejecución. Textualmente decía que no había castigo suficiente contra la sodomía (buggery), decretando la horca contra sus practicantes; en el resto de Europa lo usual era la hoguera, método que los Reyes Católicos introdujeron también en Castilla mediante la pragmática de 1497 para sustituir la castración preceptiva hasta entonces (aunque se juzgaba con menos rigor en otros reinos peninsulares, como Aragón, Andalucía o Valencia).
El barón Walter Hungerford, antiguo escudero de Enrique VIII, tiene el dudoso honor de haber pasado a la historia por ser el primer ciudadano inglés -al menos el primero documentado- en sufrir la Buggery Act. Fue después de ser acusado de nombrar capellán familiar a William Bird, vicario de Bradford y rector de Fittleton, a quien se consideraba traidor por su relación con los Peregrinos de Gracia. Era éste un movimiento que brotó en Yorkshire en 1536, en protesta contra las medidas anticatólicas, y que derivó en revuelta popular, terminando sólo cuando el rey accedió a conceder un perdón general; no cumplió su palabra y una vez desarmada la gente, se detuvo y ejecutó a los líderes, aunque a cambio fueron restaurados cuatro sacramentos que se habían eliminado. En cualquier caso, a Hungerford se le aplicó la nueva ley, si bien probablemente fue la acusación de traición la que le llevó a acabar decapitado; es curioso que perdiese la cabeza el mismo día que Thomas Cromwell, el 28 de julio de 1540.
Nicholas Udall con sus alumnos, en un grabado de Durero (Luminarium)

Precisamente un pupilo de Cromwell, Nicholas Udall, sacerdote, dramaturgo (autor de Ralph Roister Doister, considerada la primera comedia en inglés)  y director de Eton College, fue procesado al año siguiente por abusar sexualemente de sus alumnos; sentenciado a muerte, se le conmutó la pena por otra de prisión gracias a sus poderosas amistades y quedó libre en 1542, continuando su brillante carrera. Quizá en esa sorprendente decisión influyó que la ley aún estaba en el previsto período transitorio y no entró en vigor propiamente dicho hasta un poco antes, en 1541.
Aún así, la Buggery Act todavía habría de pasar altibajos. Eduardo VI la suspendió en 1547 para reformarla y reinstaurarla al año siguiente, eliminando del texto la confiscación de bienes. Para entonces también se había matizado el delito, de modo que la sodomía se refería exclusivamente a la práctica del sexo anal y la zoofilia. Entre hombres, puesto que la homosexualidad femenina, al igual que en otros países, ni siquiera se cita y era como si no existiese en el ámbito jurídico. No así en el cultural, pues a menudo aparece en poesía y obras de teatro del siglo XVII. Un ejemplo podría ser Venus reply, donde se pone en boca de la diosa un nuevo juego exclusivo para mujeres llamado flatts y se hace eco de los rumores sobre Frogmore House, la mansión del vizconde de Fritzhardinge, donde se decía que las feminas no tenían "ningún amante masculino".
Venus reply (Harley Collection)

En 1553, la ley volvió a ser derogada por María Tudor, partidaria de que ese delito fuera juzgado por los tribunales eclesiásticos, tal como se hacía en la época católica que ella trataba de restaurar. Algo que, sin embargo, no tenía paralelo en España, donde la Inquisición había renunciado ya en 1509 a sus competencias sobre ello salvo en los casos en que implicase herejía. De hecho, el Santo Oficio se había mostrado incómodo con aquella jurisdicción que consideraba poco apropiada a su espíritu y, al contrario que los implacables tribunales civiles, sólo sentenciaba a la hoguera si los reos del pecado nefando eran mayores de veinticinco años, optando en su lugar por azotes y galeras.
Como cabía esperar, la reina Isabel I restableció la Buggery Act una década más tarde y ya no se experimentarían cambios hasta el siglo XIX. Y mientras Felipe II endurecía las condiciones con su pragmática de 1598, al disponer que bastase el testimonio de tres testigos para una condena aunque no se probase el delito, en Inglaterra no constan más de una docena de casos en que fuera aplicada hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XVII, no se sabe si por laxitud de los tribunales o simplemente porque se han perdido los registros documentales. 

Mervyn Tuchet, conde de Castlehaven (Wikimedia Commons)

El reo más notorio, por su trágico final, fue Mervyn Tuchet, conde de Castlehaven y juez de paz, condenado por violar a su esposa y practicar sodomía con dos criados. Bien es cierto que el caso resultó muy controvertido, ya que él alegó que era una conspiración de ella y su hijo; en cualquier caso, al final rodó su cabeza.  Algo parecido pasó con el obispo John Atherton en 1634, primer ejecutado por sodomita en Irlanda junto con su mayordomo, aunque pudo ser víctima de un complot porque trataba de recuperar tierras para la Iglesia Anglicana; irónicamente, el prelado había sido uno de los que más presionaron para la instauración de la ley en territorio irlandés.
Otro ilustre acusado fue Sir Francis Bacon, célebre filósofo, político y abogado a quien se considera padre del empirismo y que llegó a ser fiscal general, ministro de Justicia y gran canciller. Fue el mismo juez que condenó a muerte a Sir Walter Raleigh en 1618, sin imaginar que tres años más tarde él mismo se sentaría en el banquillo.
Sir Francis Bacon retratado por Paul van Somer (Wikimedia Commons)
 
Aunque históricamente se suele reseñar que le acusaron de venalidad o villanía, no deja de ser un eufemismo decimonónico. El político y anticuario Sir Simons D'Ewes dejó un testimonio escrito contra Bacon, diciendo que era sodomita y mantenía a un joven afeminado como compañero de cama; hasta añadió unos despiadados versos en los que pedía la horca para él: "Inside this sty, a heap./That must be hung for sodomy". Bacon fue encarcelado y, aunque a los pocos días recibió un indulto de Jacobo I, perdió sus cargos y posición social.
 
Autobiografía de Sir Simons d'Ewes (Harley Collection)

Son pocos los casos documentados, pues, y a menudo están relacionados con las diferencias religiosas, tal cual vimos en alguno de los ejemplos reseñados antes. Porque en el siglo XVII hubo alguno más, a menudo con el catolicismo de los acusados de fondo y a veces relacionado con su condición de extranjeros, de manera similar a la atribución del origen de la sífilis al foráneo que se hacía entonces en Europa: mal francés, mal napolitano, mal español....  De hecho, los ingleses solían usar la expresión "a la italiana", para referise eufemísticamente a la sodomía.
Todo esto lo sufrió Charles Talbot, duodécimo conde de Shrewsbury, sobre quien circuló un poema en el que se le llamaba "bardash Shrewsbury"; se da la circunstancia de que esos ripios aparecieron en 1678, el mismo año en que su destinatario abandonó la fe católica para abrazar la anglicana, y quizá constituían una metafórica acusación de que esa conversión no era sincera. 
 
Charles Talbot retratado por Godfrey Kneller (Wikimedia Commons)

Más ostensible sería el ejemplo de la obra Sodom or quintessence of debauchery (Sodoma o la quintaesencia del libertinaje), un manuscrito atribuido a Jonh Wilmot, segundo conde de Rochester, que satirizaba los devaneos procatólicos de Carlos II (su esposa profesaba esa religión y la Royal Declaration of Indulgence que promulgó proponía indultar a los disidentes religiosos). Ese rey era popularmente conocido como Merry Monarch (Monarca Feliz, por su vida hedonista) y el texto le identificaba con el personaje de Bolloxinion, soberano de Sodoma, quien legaliza las relaciones sexuales dentro del mismo sexo y termina convertido en un tirano.
El manuscrito original de Sodom or quintessence of debauchery (Harley Collection)

Decía que, pese a todo, el número de perseguidos fue relativamente escaso, probablemente porque no resultaba fácil atajar un delito que se practicaba en la intimidad. Ahora bien, a partir del siglo XVIII se multiplicaron los ahorcamientos y en el primer cuarto del XIX, se cuentan cuarenta y ocho ejecuciones por sodomía y diez por bestialismo. 
En 1828, la Buggery Act fue derogada definitivamente, promulgándose en su lugar la Offences Against The Person (Ley de Delitos contra la Persona), que en realidad unificaba todas las leyes que perseguían delitos con violencia en general. Eso sí, seguía penándose la sodomía con la horca. 
Ahorcamiento en la prisión de Newgate a principios del siglo XIX (Wikimedia Commons)
 
Los últimos infortunados en colgar de la soga, en 1835, fueron James Pratt y John Smith, dos londinenses condenados a muerte tras una denuncia de su casero; el primero estaba casado y tenía dos hijos, mientras que del segundo no está claro su estado civil. Hubo un tercer implicado, William Bonill, de sesenta y ocho años, que tuvo más suerte y se libró de la pena capital, aunque no de catorce años de destierro en Tasmania, al ser acusado sólo de complicidad por facilitarles su habitación. 
Lo curioso fue que el juez recomendaba el indulto basándose en la injusticia socioeconómica de la ley, ya que los ricos nunca eran descubiertos por estar a salvo en sus grandes espacios privados. No sólo no se le escuchó sino que Pratt y Smith fueron los únicos a quienes no se concedió el perdón de las diecisiete solicitudes presentadas, a pesar de que las otras eran por delitos más graves.
Pasquín de 1835 narrando la historia de Pratt y Smith (Harvard Library)

En 1841, la Substitution Punishments of Death Act (Ley de Sustitución de Penas de Muerte) puso fin a las ejecuciones por sodomía y violación. Dos décadas más tarde, la Offences Against The Person también fue derogada por otra de igual nombre en la que las condenas podían ser multas y/o prisión (incluyendo cadena perpetua, eso sí). 
La Criminal Law Amendment Act de 1885 amplió el concepto de sodomía a todo sexo entre varones, fuera de la intensidad que fuese, de ahí la condena que sufriría el escritor Oscar Wilde una década más tarde (tenía un affaire con el joven lord Alfred Douglas, cuyo padre le denunció consiguiendo que pasara dos años de trabajos forzados en la temible cárcel de Reading). 
Oscar Wilde y lord Alfred Douglas (Wikimedia Commons)
 
Mejor suerte tuvo el príncipe Alberto Víctor, duque de Clarence y primogénito del futuro rey Eduardo VII, de quien se rumoreó que era cliente del burdel homosexual de la calle Cleveland, descubierto casualmente por la policía (el caso lo llevó, por cierto, Frederick Abberline, el mismo inspector que investigó los crímenes de Jack el Destripador, lo que resulta doblemente curioso porque en el ámbito popular también se proponía al príncipe como sospechoso). Multitud de aristócratas y notables resultaron ser clientes e, irónicamente, el propio Oscar Wilde había hecho una referencia en su novela El retrato de Dorian Gray.
El príncipe Alberto Víctor, duque de Clarence, en 1888 (Wikimedia Commons)
 
La persecución contra la homosexualidad se prolongó hasta mediados del siglo XX, aunque con intensidad progresivamente decreciente. Todavía hubo algunos casos de renombre, siendo el más célebre hoy el del científico Alan Turing, procesado en 1952; eligió la castración química como alternativa a la prisión y falleció por ingestión de cianuro, quizá en un suicidio, deprimido por los cambios físicos que le produjeron los estrógenos. La muerte de Turing tuvo lugar en 1954, el mismo año en que el estentóreo juicio contra el noble Edward Montagu y otros notables supuso el primer golpe contra la ley, al originar las primeras protestas. 
Alan Turing (Wikimedia Commons)
 
Fruto de ellas fue la organización del Comité Wolfenden (por el nombre de su presidente), que en 1957 recomendó la despenalización de la homosexualidad, añadiendo que tampoco debería ser considerada una enfermedad. El informe originó debate y en 1967 se aprobó la Sexual Offences Act, que eliminaba del código penal las relaciones privadas, adultas y consentidas en Inglaterra y Gales (Escocia e Irlanda del Norte tuvieron que esperar a 1981 y 1982 respectivamente). Pero como seguía siendo una ley imperfecta y ambigua, ya que situaba la edad de consentimiento en veintiún años (para los heterosexuales estaba en dieciséis), no hubo una igualación plena hasta la decisión del Tribunal Europeo de Derechos humanos de 1997, plasmada en la legislación británica dos años después.
En 2017 entró en vigor la Policy and Crime Act, que otorga indultos póstumos a los homosexuales perseguidos a lo largo de la historia inglesa. Tarde para la mayoría.

BIBLIOGRAFÍA:
-BRAY, Alan: Homosexuality and the signs of male friendship in Elizabethan England.
-CALAMAI, Jenna: Homosexuality in the Elizabethan Era. Identifyfing the male homosexual during the 1500s.
-JOHNSON, Paul: Buggery and Parliament, 1533-2017.
-SUMMERS, Claude J (ed): Homosexuality in Renaissance and Enlightement England. Literary representations in historical context. 
-NOBLE, Stephen: Records of homosexuality in 17th century England (en British Library).
-WIKIPEDIA.
 
Imagen de cabecera: The shamefull ende of Bishop Atherton and his proctor Iohn Childe (1641)

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