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La moda del peinado Lovelock en los siglos XVI-XVII

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  En la Europa de finales del siglo XVI y hasta bien entrado el XVII, se fue poniendo de moda entre los hombres el pelo largo. Dentro de esa tendencia hubo un tipo de peinado denominado Lovelock, en el que el elemento más destacado era un mechón o una trenza, a veces sujeta con un lazo más o menos ornamentado, que colgaba del lado izquierdo de la cabeza, terminando aproximadamente a la altura del corazón.   Sir Thomas Hanmer retratado por Cornelius Johnson Eso último no era casual, ya que llevar el pelo así era un símbolo de estar enamorado. Pero no todos lo veían con buenos ojos; esa moda despertó no pocos recelos y críticas entre los sectores más conservadores por considerarla afeminada, máxime teniendo en cuenta que a a menudo se completaba con un pendiente. Algo que resultaba un tanto paradójico, teniendo en cuenta que entre las mujeres se había impuesto la costumbre contraria, el pelo corto.   Sir Thomas Meautys, secretario del lord canciller Sir Francis Bacon   El Lovelock tuvo u

Las controvertidas cartas de Jack el Destripador

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  A menudo se describe a Jack el Destripador como el primer asesino en serie moderno. Esa modernidad no estriba en el carácter presuntamente psicopático que se le atribuye, ya que monstruos parecidos los hubo antes -siempre-, ni en la época que le tocó vivir -ese final del siglo XIX que preparaba el salto al XX, sino en su dimensión mediática. El de Jack fue un fenómeno derivado del anonimato de la vida urbana y, por tanto, necesitó de altavoces que popularizaran sus sangrientas correrías y le proporcionaran un nombre. Su leyenda, que ha perdurado hasta hoy, no hubiera sido posible sin las cartas que inundaron a la policía y de las que se hizo eco la prensa, dándoles una credibilidad que, como vamos a ver, es menos que endeble. Fue el diario The Times el primero en sugerir que el asesino de Whitechapel había escrito un mensaje. En un artículo publicado el 10 de septiembre sobre la muerte dos días antes de la prostituta Annie Chapman, considerada entonces la cuarta víctima después de,

Cómo se rescataban los cañones y tesoros de los barcos hundidos en la España de la Edad Moderna

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  En los siglos XVI y XVII, la fabricación de cañones resultaba lo suficientemente costosa y lenta como para que buena parte de la artillería de un ejército estuviera formada por piezas arrebatadas al enemigo, de ahí la costumbre de clavarlos, es decir, inutilizarlos metiéndoles un clavo en el oído de la mecha, cuando había que retirarse apuradamente. Por esa misma razón, compensaba rescatar no sólo los tesoros de los buques hundidos, que en el caso español fueron abundantes -quinientos diecinueve registrados- porque las rutas de la Carrera de Indias debían atravesar inevitablemente zonas de huracanes, sino también sus cañones.   Y por eso también fueron tempranos los esfuerzos para diseñar un sistema eficaz de rescate de pecios. Tanto que ya empezaron en la Antigüedad misma; a los relieves de guerreros asirios cruzando ríos por el método de nadar agarrados a odres, que mantenían inflados soplando, se pueden sumar los buceadores que al parecer destinó Alejandro Magno para la conquista

Procesión triunfal de Maximiliano I

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   Estas ilustraciones corresponden al Triunfo del Emperador Maximiliano I, Rey de Hungría, Dalmacia y Croacia, Archiduque de Austria :… de quien están descritas y colocadas en esta colección las acciones gloriosas de S.M. Imperial, durante su vida… , conservado en la Biblioteca Nacional de España.     Siendo ya emperador del Sacro Imperio, el abuelo de su futuro sucesor, Carlos V, encargó dos obras de arte que ejercieron una influencia considerable en los festivales de la corte imperial: un conjunto de ciento noventa y dos xilografías encargadas al artista alemán Alberto Durero en 1515, recopiladas en el famoso Arco del Triunfo , y una segunda serie de ciento treinta y seis xilografías realizadas por autores diversos, como Burgkmair, Altdorfer, Durero y otros, reunidas en La procesión triunfal de 1517.   Esta última representa una versión de la época del triunfo romano clásico, que ya se había adaptado en tiempos bizantinos. El ceremonial era una combinación de la entrada del emperad

Albarán por el derecho de maridaje de la infanta María y Maximiliano (1550)

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Este documento, datado en 1550 y conservado en el Archivo Histórico Nacional, es un albarán de cincuenta y un mil sueldos jaqueses por el derecho de maridaje del matrimonio entre la infanta María, "hija legíttima y natural" de Carlos V , y su sobrino Maximiliano.   Maximiliano, vástago de Fernando I de Habsburgo, el hermano del emperador, reinaba en Hungría y Bohemia; también llegaría al trono imperial en 1564, al fallecer su padre (1550). Tras casarse con María, ambos fueron regentes de España entre 1548 y 1551, durante la ausencia de Carlos V. Éste había dejado España para viajar a Augsburgo con el fin de asistir a la celebración de la famosa Dieta y lo hizo acompañado de su heredero, Felipe, con el fin de adiestrarlo en el arte de gobernar y de que fuera conociendo a sus súbditos de Alemania y los Países Bajos.   El derecho de maridaje era un impuesto ocasional que se cobraba cuando había una boda real, ya fuera de reyes, ya de princesas o infantas. Con él se sufragaban l

El edicto de expulsión de los judíos de 1492

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  Quizá por aquel refrán sobre la alteración de la sangre, el comienzo de la primavera parece históricamente propicio para expulsiones. Si al inicio de esa estación de 1767 Carlos III firmaba el decreto que obligaba a los jesuitas a dejar los dominios españoles, más conocida y polémica fue otra marcha forzada que ordenaban los Reyes Católicos exactamente 275 años antes, el 31 de marzo de 1492, por el Edicto de Granada (también conocido como Decreto de la Alhambra): la imposición a los judíos de abandonar los territorios de las coronas de Aragón y Castilla. El texto se encargó al inquisidor general Tomás de Torquemada, quien basó la justificación de la medida en los delitos de usura y "herética pravedad" (es decir, mal ejemplo, incitación a los conversos a retomar su anterior fe). El propio edicto reseña que se tomó la decisión por el problema de los falsos conversos: mientras el judaísmo mantuviera su culto sería un estímulo para apostatar, sin que la Inquisición resultase