Proceso inquisitorial por sodomía contra un estudiante universitario (1753)

 

 

En 1753 se envió al Consejo de Inquisición el documento adjunto, conservado en el Archivo Histórico Nacional. Se trata de la alegación que el fiscal inquisidor preparó para que el tribunal dirimiese sobre el proceso abierto por sodomía contra un estudiante universitario llamado Joseph Ezquerra. Dicho proceso había empezado siete años atrás, en 1747, cuando el tribunal del Santo Oficio de Zaragoza recibió un memorial contra el sujeto en cuestión reseñando importante delitos que, merced al testimonio de testigos y declaraciones del propio acusado, se irían agravando.

 
 
Ezquerra estudiaba gramática en Huesca pero carecía de medios de susbsistencia, razón por la cual iba a comer al Convento de Santo Domingo. Un día, uno de los religiosos del cenobio le llevó a su celda y empezó a realizarle tocamientos, diciéndole que aquello no era pecado, creencia muy arraigada a pesar del esfuerzo catequizador del Concilio de Trento y que, en esta caso, suponía un doble delito de sodomía y solicitación, con los que la Suprema no transigía (ver Inquisición y moral sexual en la España Moderna).
 
 
El fraile desnudó a Ezquerra y abusó sexualmente de él, haciéndole "mal en dicha parte". Como "compensación" le regaló "unos dulces y dinerillos". Le volvió a llamar otro día, pero él no quería ir "porque estaba escozido del mal que antes le hizo"; sin embargo, como le dijo que no era para eso, el estudiante accedió. Una vez en la celda, se revelaron las verdaderas intenciones del otro y empezó de nuevo con los tocamientos en sus partes, instándole el clérigo a que  también "le tocase y menease las suias"
 
 
Ezquerra se lo contó a un compañero y además se confesó con un sacerdote, quien le dijo que aquello era un terrible pecado, que iría al infierno y que no volviese a poner los pies en aquel convento. Pero el joven respondió que no tenía dónde ir y allí, al menos, le daban de comer. No volvió a la celda de aquel religioso, pero admitió haber mantenido relaciones con otros hombres e incluso que varias veces se masturbó a solas. Asimismo, refirió el asunto a su "ama de posada" en presencia de varias personas, recibiendo de ellas el consejo de amenazar al clérigo con descubrirle si no le pagaba; consiguió de él "22 dineros y tres pesetas".
 
 
Sus estudios no iban bien; faltaba a sus clases en la universidad y además empezó a mantener relaciones con un canónigo. Admitió que posteriormente en Cuenca, siendo ya profesor de un niño, un día de Reyes se encerró con él en el cuarto y actuó "de agente para el acto sodomítico, aunque no le penetró". Fue porque no hubo tiempo, pues llegó el padre del chico para decirle a Ezquerra que llevase al chico a misa.
 
 
A continuación viene la parte realmente importante del proceso. Lo que interesaba a los inquisidores era saber qué edad tenía Ezquerra cuando sucedieron los hechos, ya que sus delitos no se penaban igual si era adulto o menor; por eso se solicitó la partida de bautismo. Ésta corroboró que cuando recibió los abusos del dominico tenía entre trece y catorce años; menor de edad, por tanto, pero en el momento del juicio ya tenía veinticinco, lo que complicaba el asunto y su futuro. 
 
Imagen de cabecera: relieve de la iglesia románica de Perse, en Espalion (Francia) (tourisme-occitanie.com)
 

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