La Danza de la Muerte en un libro de horas de 1499

 

La Danza de la Muerte era un diálogo en verso, concebido para su representación escénica, en el que varias personas de todas las edades y clases sociales bailaban con la Muerte. Ésta se representaba alegóricamente con un esqueleto que metaforizaba la levedad de la vida y el destino final al que estaba abocado todo ser humano, más alla de su condición social y económica.

 

En contraste con la lámina anterior, que representaba a la Muerte danzando con las clases altas, aquí la vemos con las bajas: un fraile menor, un campesino y un párroco rural
 

Este tipo de obras tuvo su inicio en Francia durante la Baja Edad Media, pero se extendió a todos los países de Europa, potenciado por la difusión de la llamada Gran Mortandad, la terrible epidemia de peste negra que asoló Europa y Asia a mediados del siglo XIV. Esa iconografía se volvió tan común que continuó haciéndose durante siglos. 

Aquí baila con un juglar, un abogado y un amante
 

Un ejemplo de ello es este ciclo completo que muestra en miniatura la Danza de la Muerte en los bordes y al final de cada página de un libro de horas, empezando en la dedicada a la misa de difuntos. Los libros de horas eran manuscritos iluminados, con texto a base de rezos y salmos, hechos expresamente para su dueño; por tanto, estaban sólo al alcance de los estratos sociales acomodados, lo que reviste algo de paradójico teniendo en cuenta el carácter igualador de la Muerte que se quería representar.

La página izquierda muestra el Juicio Final. En la derecha, en el margen inferior, la Muerte danza con un ermitaño, un sacristán y un niño.

Éste queda patente en las diferentes personas a las que la Muerte invita a bailar y que proceden de todos los estratos sociales. Así, vemos que empieza por los cardenales, el Emperador y el Papa (como se muestra en la imagen de cabecera), y va pasando por una treintena de diferentes personajes, tipos y oficios: ciudadanos, astrólogo, monje, usurero, bromista, cariñoso, amante, ermitaño... También aparece un niño pero, curiosamente, ninguna mujer.

Los bailarines aquí son un médico, un usurero, un monje,...

 

... un preboste, un abad y un escudero.

En el siglo XV, con la difusión de la imprenta, los libros de horas dejaron de ser confeccionados manualmente para pasar a ser impresos, aunque ocasionalmente todavía se hicieran algunos artesanales. El que se adjunta, titulado Officium beatae Mariae virginis ad usum Romanae ecclesie ("Oficio de la Santísima Virgen para uso de la Iglesia Romana"), no se imprimió en papel sino en vitela, un pergamino muy fino, de piel de becerro no nato o recién nacido. 

Turno para un mensajero, un cartujo, un mercader,...
 
... un canónigo, un ciudadano y un astrólogo.
 

Fue publicado en Lyon (Francia) en 1499, obra de los impresores Jacobino Suigus y Nicolaus de Benedictis, que hicieron una reedición en 1521 cambiando el orden de las láminas. Se conservan varios ejemplares repartidos por bibliotecas de Europa y EEUU.

Y cerramos este vistazo volviendo a los privilegiados: un obispo, un caballero, un arzobispo,...

...un capitán, un patriarca y un rey.

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