Licencia para cortar madera y hacer carbón en Asturias (1478)

 

 

El 13 de agosto de 1478, reinando Isabel y Fernando, se da licencia al escribano de Cámara, Juan de Belmonte, con el fin de cortar la madera del Principado de Asturias que se considere necesaria para la fabricación del carbón destinado "al minero que manda el Rey faser". 

Hasta el siglo XVI, como muestra el documento adjunto (conservado en el Archivo General de Simancas), se usaba sobre todo el carbón vegetal, obtenido a partir de la quema de madera en carboneras. Eran éstas grandes pilas de troncos, ramas y musgo a las que se prendía fuego en la parte interior, dejándolas quemar varios días hasta su endurecimiento y conversión en un combustible muy rico en carbono. 

Este tipo de carbón era el habitual en la metalurgia desde la prehistoria y en la fabricación de pólvora, pero también se aplicaba en la vida cotidiana para calentar braseros, por ejemplo.

Elaboración de carbón vegetal en Los Vosgos (Francia), en el siglo XVI

 

La extracción del carbón asturiano en minas no empezaría hasta el reinado de Felipe II, que fue quien concedió la primera licencia a Fray Agustín Montero en 1593. A partir de ahí menudearon pequeñas explotaciones mineras que, a menudo, tenían como simple finalidad alimentar las fraguas. 

 

No se estableció una actividad industrial hasta mediados del siglo XVIII, cuando un incendio en un monte de Carbayín permitió descubrir un yacimiento de carbón y los ilustrados asturianos fomentaron la minería de la hulla: primero en 1787, mediante el informe del Antonio Carreño y Carreño, alférez de Oviedo; dos años después le siguió Jovellanos con su Informe sobre el beneficio del carbón piedra y utilidad de su comercio.