Peculiar visión del Templo Mayor de Tenochtitlán por el jesuita Francisco Xavier Clavigero (1780)

 
Ésta es la particular e ingenua visión que un ilustrador italiano hizo del Templo Mayor de Tenochtitlán en 1780. Fue para la Historia antigua de México y de su conquista, obra que publicó el jesuita veracruzano Francisco Xavier Clavigero, estando desterrado -como todos los miembros castellanos y novohispanos de la orden- en Bolonia. El libro lo escribió en castellano, pero se editó antes en toscano (Storia antica del Messico) y después en varios idiomas más (al menos inglés, alemán y, posiblemente, francés y danés), ya que en España estuvo prohibido hasta mediados del siglo XIX (la primera edición en español fue en 1826, aunque hubo que hacerla en Londres).
 
Clavigero (o Clavijero, hoy) nació en 1731, siendo su padre alcalde mayor de Teziutlán (un municipio de Puebla limítrofe con Veracruz), Atempa (en Hidalgo) y Xicayán (en Guerrero), y su madre una mujer de ascendencia vasca, hermana del gobernador de Nuevo Santander. Por la naturaleza del cargo del cabeza de familia, vivían en continuo traslado y en contacto con los indios, lo que permitió al hijo aprender la lengua nahuátl y tomar conciencia de su situación, defendiéndoles a menudo. De hecho, Clavigero  está considerado un precursor del indigenismo y afirmó haber escrito su libro "para restituir a su esplendor la verdad ofuscada por una turba increíble de escritores modernos de la América"
 
Retrato anónimo de Francisco Xavier Clavigero (Wikimedia Commons)
 
Antes, estudió en el Colegio Noviciado de San Francisco Javier, ubicado en Tepotzotlán y perteneciente a la Compañía de Jesús, donde coincidió con otros futuros religiosos comprometidos con los nativos, los llamados humanistas mexicanos del siglo XVIII: José Rafael Campoy (que fue su mentor), Francisco Javier Alegre (autor de Carta geográfica del hemisferio mexicano) o Andrés Cave (Historia civil y política de México), por citar los más importantes. En 1751 continuó sus estudios en Puebla, perfilándose como un ilustrado, buen ejemplo de la Escuela Universalista Española (junto a Jorge Juan, Pedro Murillo Velarde, Antonio José de Cavanilles, José Celestino Mutis, Joaquín Camaño,...), y tres años después fue ordenado sacerdote, siendo destinado a Ciudad de México en 1758. Allí se dedicó a la enseñanza de las élites indígenas, labor que continuó en Puebla y Morelia entre 1762 y 1767; la leyenda -falsa- dice que en ese período tuvo como alumno a Manuel Hidalgo, precursor de la independencia mexicana. 
 
Durante su estancia en la capital, Clavigero tuvo ocasión de contemplar ruinas y piezas de los mexicanos, como él denominaba a los antiguos mexicas, reivindicando el valor de su arte y su cultura, hasta entonces despreciado por ser considerado obra del demonio, pero que empezaba a ser objeto de atención de un grupo de eruditos -muchos de ellos también jesuitas-, caso de Lorenzo Boturini, José Antonio Alzate, Mariano Veytia, Antonio de León y Gama o Juan José de Eguiara, entre otros. Clavigero no llegó a ver la Piedra del Sol y la estatua de Coatlicue, descubiertas en 1790, ya que falleció tres años antes y además estaba exiliado en Bolonia. Por otra parte, hacía más de dos siglos que la antigua Tenochtitlán había cambiado completamente su aspecto prehispano para convertirse en una ciudad virreinal española. 
 
Portada de la edición original del libro de Clavigero en 1780 (Wikimedia Commons)
 
Por eso las descripciones que hizo en Historia antigua de México y de su conquista no eran de primera mano y la veintena de ilustraciones que adjuntaba (sobre "ciudades, reyes, armaduras, trages y escudos", en sus propias palabras), fueran interpretaciones del artista italiano bastante libres y estilísticamente europeizadas, aun cuando se basaran en imágenes y relatos de época. En sus siete capítulos hace un recorrido bastante exhaustivo sobre aquel mundo del pasado. El primero es una reseña geográfica, biológica y mineral; el segundo habla de los diferentes pueblos prehispanos mesoamericanos y el legendario viaje de los aztecas desde Aztlán; en el tercero cuenta la formación del imperio mexica; el cuarto está dedicado a la fundación de la Triple Alianza; en el quinto narra el reinado de Moctezuma; el sexto trata la religión mexica; y el séptimo es un estudio de su política, administración y costumbres.
 
En cuanto al aspecto del templo, dice Clavigero que "después de haberme fatigado en comparar sus descripciones, no he podido adquirir datos seguros sobre sus medidas; ni hubiera podido formarme idea de la arquitectura de aquella obra, si no fuera por la imagen que nos presenta a la vista el conquistador anónimo, cuya copia doy a mis lectores, aunque en las medidas me conformo más con su descripción que con su dibujo"En el libro, confronta los relatos de cuatro testigos oculares, que son, aparte del mencionado conquistador anónimo, Bernal Díaz del Castillo, Hernán Cortés y fray Bernardino de Sahagún, aunque admite que este último lo vio ya medio demolido.
 
 
BIBLIOGRAFÍA:
-CLAVIJERO, Francisco Javier: Historia antigua de México y de su conquista.
-DEL VILLAR, Mónica: Ilustraciones de "Historia antigua de México".
-AULLÓN DE HARO, Pedro de: La Escuela Universalista Española del siglo XVIII.
-VILLORO, Luis: Los grandes momentos del indigenismo en México.
-PORTILLA, Miguel León: La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes. 


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