Las veintiún heridas recibidas por el alférez Antonio Chover en 1809

 


En esta lámina vemos una impresionante representación gráfica de las heridas que recibió, antes de caer prisionero, Antonio Chover y Sánchez, teniente coronel de Caballería y futuro fundador del Cuerpo de Inválidos.

Chover, natural de Játiva (Valencia), donde nació en 1778, se alistó a los diecisiete años en el Regimiento de Caballería de Línea Alcántara, interviniendo en la llamada Guerra de las Naranjas contra Portugal. En 1808 formaba parte de la guarnición de Lisboa cuando fue hecho prisionero por los franceses, pero escapó del pontón donde se le encerró y logró regresar a España, lo que le valió el ascenso a sargento.

Combatiendo en Toledo ese mismo año recibió dos heridas que su hoja de servicios describe como "mortales". Sin embargo sobrevivió y pasó a ser alférez. Entonces llegó el episodio que le hizo pasar a la Historia, del que tenemos noticia gracias a su propio relato, enviado a la reina Isabel II décadas más tarde para acompañar una instancia.

Combate nocturno durante la batalla de Talavera (Graham Turner)
 
Los hechos tuvieron lugar en la batalla de Talavera, librada en el lugar homónimo (Talavera de la Reina, Toledo) el 28 de julio de 1809, en el contexto de la Guerra de la Independencia española. El choque enfrentó a los aliados británicos y españoles, al mando de los generales Arthur Welleslley, William Guard y Gregorio Cuesta, con las tropas francesas de Jean Baptiste Jourdan, Claude-Victor Perrin y Horace Sebastiani. 
 
Fue una de las más sangrientas de la contienda y terminó con un número similar de bajas por cada bando, en torno a siete mil cuatrocientas. Los repetidos ataques napoleónicos fueron rechazados por los aliados, pero se trató de una victoria relativa porque éstos tuvieron que retirarse ante la inminente llegada del mariscal Soult, que acudía a marchas forzadas desde Salamanca. Wellesley y Cuesta acabaron discutiendo, aunque el primero se ganó los títulos de vizconde de Wellington y de Talavera mientras el segundo recibía la cruz de la orden de Carlos III.

En ese contexto, y apenas un mes más tarde de la heroica fuga narrada antes, Chover interceptó a un edecán del mariscal Víctor y se enzarzó con él en una sangrienta lucha, a resultas de la cual el frances murió medio despezado y Chover apenas podía moverse, debilitado por la sangre que perdía; al fin y al cabo, se había quedado sin su oreja izquierda y el sable de su oponente le había traspasado una escápula. 

Entonces llegaron más soldados galos (el propio Víctor incluido, según el relato) que, encrespados, quisieron vengar la muerte de su compañero ensañándose con el español rechazando hacerlo prisionero. El resultado fue que Chover quedó tendido en tierra, dado por muerto, con veintiún heridas, catorce de sable y siete de bala; dos eran graves, en la cabeza, pero las tenía también en la espalda, abdomen y extremidades. 

El mariscal Claude-Víctor Perrin retratado por Gros (Wikimedia Commons)
 

Le dieron por muerto y se fueron. Increíblemente, seguía vivo y aunque estuvo dos días agonizando, se unió a un sargento de dragones que también estaba malherido y juntos consiguieron arrastrarse hasta una casa deshabitada de Cebolla, un pueblo de Toledo, donde el otro falleció y a él le encontró una anciana que le curó como pudo y le facilitó comida. Un mes más tarde, aún convaleciente y viendo que la región estaba ocupada por el enemigo, emprendió la marcha hacia Sevilla. 

Tres centenares de kilómetros de dura marcha después, logró llegar y ser tratado, reincorporándose a su regimiento y siendo ascendido a teniente. No obstante, las secuelas de sus lesiones le obligaron a ser trasladado a la Caja de Inválidos de Játiva, algo que aprovechó para casarse con Vicenta Justa Martínez Picalqués y que no le impidió ocupar una plaza de Estado Mayor en Valencia, como tampoco ejercer el cargo de ayudante en la Ciudadela en 1817.

Ya era capitán cuando, en 1823, se le dio de baja en el servicio, pero regresó para apoyar la causa absolutista de Fernando VII. Al año siguiente recibió el nombramiento de teniente coronel y un lustro después volvió al retiro. En 1846, habiendo enviudado, "agobiado de sus males y sin tener quien le prestase consuelo o hiciese los medicamientos necesarios para calmar las incomodidades que le causaban sus mal cerradas heridas", solicitó permiso para contraer segundas nupcias (con la joven Valentina Teresa Cuevas Caballero).

En 1850 pasó a ser comandante de caballería como premio a su carrera y todavía vivió otros ocho años, falleciendo en una fecha tan emblemática como el 2 de mayo de 1858: se cumplía el quincuagésimo aniversario del levantamiento contra la ocupación napoléonica.

 

BIBLIOGRAFÍA:

-JAMES, Mariano: Breve reseña de los hechos heróicos de D. Antonio Chover en la batalla de Talavera de la Reina, el año 1809

-BELLIDO ANDREU, Andréu: Antonio Miguel Chover Sánchez (en RAH, Real Academia de la Historia).

-CHARTRAND, René y TURNER, Graham: Talavera 1809. Wellington lightning strike into Spain.

-RODRÍGUEZ, José M. y CUETO, Dionisio A: Talavera 1809. Primera victoria aliada.

Imagen de cabecera: Archivo General Militar de Segovia.

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