Retrato post mortem de Velázquez en la capilla ardiente

Éste es el último retrato que se conserva de Velázquez, fallecido de viruela el 6 de agosto de 1660. Realizado al carboncillo, lo curioso es que se hizo post mortem, en la capilla ardiente misma, justo antes de proceder a darle sepultura. La autoría corresponde al artista cordobés Juan de Alfaro y Gámez, uno de sus aprendices, que entró a trabajar en el taller del fallecido siendo adolescente, avalado por varias recomendaciones. 
 
En el dibujo, Alfaro muestra a su difunto maestro en el catafalco, ataviado con el hábito de caballero de Santiago, aquella dignidad que tanto le costó conseguir debido a que descendía de conversos portugueses y a que ejercía un oficio vil (así se consideraba el de pintor, si era por dinero), algo que impulsó al rey Felipe IV -que le consideraba un amigo- a concederle la hidalguía en 1659 y a interceder en su favor ante el Consejo de Órdenes, que al final se plegó al deseo del monarca. Como recuerdo de ese episodio quedó la anécdota de la cruz de Santiago que el artista luce en la pechera en su cuadro Las meninas, un añadido posterior a la fecha de su realización (1656), no se sabe si por el propio artista o, según la leyenda, por el soberano (del que se sabe que era diestro con los pinceles).
 
El autorretrato de Velázquez en Las meninas (Wikimedia Commons)
 
Al contrario que Velázquez, su discípulo Juan de Alfaro sí tenía ascendencia noble, hijo de un boticario hidalgo y nieto del médico que escribió el primer tratado de cirugía de la cabeza en España. Gracias a ello ejercía tanto de notario de la Inquisición como de administrador de las Rentas Reales, siendo nombrado pintor de cámara del Almirante de Castilla, Juan Gaspar Enríquez de Cabrera. Aparte del retrato póstumo, Alfaro redactó el epitafio para la lápida, lamentablemente perdida después de que la madrileña iglesia de San Juan Bautista, donde estaba la tumba, fuera demolida por orden de José Bonaparte para despejar el camino entre el Palacio Real y la Puerta del Sol.
 
Asimismo, Alfaro editó un documento fundamental para conocer mejor al genio sevillano: un libro del maestro con cuarenta y un descripciones de sus cuadros, titulado Memoria de las pinturas que la Magestad Catholica del Rey nuestro Señor Don Philipe IV embia al Monasterio de San Laurencio el Real del Escurial, este año de MDCLVI. Descriptas y colocadas por Diego de Sylva Velazquez.
 
La última imagen de Velázquez se conserva en la colección Frits Lugt de la Fondation Custodia, París.

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