Felipe II detalla el traslado de los restos mortales de María de Hungría al Escorial

 

En 1573, diez años después de iniciadas las obras de construcción del Monasterio del Escorial pero faltando once aún para su conclusión, el rey Felipe II ordenó el traslado a ese cenobio-palacio de los restos mortales de su padre, el emperador Carlos V. Su idea era inhumar allí los cuerpos de todos los miembros de la dinastía de los Austrias, aunque sería su hijo, Felipe III, quien mandase reformar la capilla funeraria que había bajo el altar para convertirla en panteón real y el que le diera su aspecto actual recubierto de mármoles y bronces. 



Tras los Habsburgo, el panteón real acogería también a la mayor parte de los Borbones, salvo Felipe V y Fernando VI. El primero en descansar en el nuevo cenobio fue, pues, Carlos V junto con su hermana, la infanta Leonor, ambos retirados a Yuste (ella era la primogénita de Juana la Loca y Felipe el Hermoso, que había sido reina consorte de Portugal primero y Francia después). 
 
El Panteón Real del Monasterio del Escorial (Patrimonio Nacional)

 
Con el paso de los siglos, la cripta se reservó sólo a los monarcas y sus consortes, siendo necesario construir otra para el resto de familiares. Nació así el Panteón de Infantes, aprobado por Isabel II en 1862 y terminado en 1888. En sus nueve cámaras, situadas bajo la Sacristía y las Salas Capitulares, descansan los restos de príncipes, infantes y reinas que no fueron madres de reyes: Don Juan de Austria, Isabel de Valois, Baltasar Carlos, Felipe Próspero, Juan José de Austria, Mariana de Neoburgo, las tres primeras esposas de Fernando VII (María Antonia de Borbón-Dos Sicilias, María Isabel de Braganza y María Josefa de Sajonia), los hijos de Alfonso XIII excepto Don Juan (María de las Mercedes, Fernando, Gonzalo, Alfonso y Jaime), etc.
  
El Panteón de Infantes (Patrimonio Nacional)

 
Otra hermana que se unió a Carlos V y Leonor en Yuste fue María de Hungría, llamada así por su matrimonio con el monarca de ese país, Luis II y que alcanzó cierta fama por mediar en las disputas fraternas que mantuvieron Carlos V y Fernando I, además de ser gobernadora de los Países Bajos. Se trataba de una persona de gran cultura que atesoraba una valiosa colección bibliográfica, la mayor parte de la cual se quedó en Flandes aunque otra la heredó su sobrino Felipe II, quien engrosó así la fabulosa Biblioteca del Escorial.
 
María de Hungría retratada por Jan Cornelisz Vermeyen (Wikimedia Commons)
 
El documento adjunto, una real cédula de fácil lectura que se puede consultar íntegramente en PARES (Portal de Archivos Españoles), es precisamente el que ordena el traslado de su cuerpo desde Valladolid para que sea depositado en el mencionado Panteón de los Infantes. Se lo remitió el rey Felipe II al presidente de la Real Chancillería y de la Real Audiencia, el obispo de Palencia Juan Ramírez de Zapata de Cárdenas, indicándole su deseo de que "el cuerpo de la Serenissima Reyna de Ungria, mi muy clara y amada tia" sea trasladado desde su ubicación en el monasterio de San Benito al de San Lorenzo "con la mayor brevedad que se pueda y que se haga con el cumplimiento y solemnidad que es razon". Ha de hacerlo vía Tordesillas, donde se incorporarán a la comitiva los restos mortales de la reina Juana. 
 
En la segunda página se puede leer cómo el rey da instrucciones sobre el más mínimo detalle, desde los oficios y actos que se han de realizar durante el traslado en procesión, con "veintiquatro religiosos de las ordenes de Sant Francisco, Sancto Domingo, Sanct Agustin y el Carmen", a los adornos funerarios, pasando por recomendar al obispo que se asegure del material de que están hechos los ataúdes: "... y veais y sepais si el cuerpo dela dicha Señora Reyna esta metido en alguna caxa de plomo, o de madera, porque la de plomo por el peso no se podria traer por el camino y si la caxa en que al presente esta fuese de madera, si esta aquella conservada y de manera que con comodidad y facilidad podria venir en ella el dicho cuerpo, o si sera menester hazerse de nuevo otra caxa"
 
El sepulcro de María de Hungría está entre los de su hermana Leonor y Fernando, hijo de Felipe II (Wikimedia Commons)
 
 
También recomienda tener cuidado para que ningún prelado "resciba agravio en lo que justamente le puede pertenecer" a la hora de la designación del encargado de cantar la misa. Asimismo, manifiesta su deseo de que no se construyan túmulos funerarios "demasiadamente sumptuosos sino que solamente representen auctoridad" . Felipe II finaliza el documento detallando el orden en que se han de colocar en la capilla los asistentes a la ceremonia, así como se debe vestir: "con capas largas y caperuzas de luto" los religiosos y legos (...) y "con lobas y capirotes" los clérigos (la loba era un sobretodo sin mangas que en su versión fúnebre llegaba hasta el suelo y tenía larga cola). 
 
La firma final, "por mandado de Su Magestad", corresponde a Martín de Gaztelu Guibelalde, todopoderoso secretario real que ya había ocupado esa cargo con Carlos V (cuyo codicilo testamentario firmó como albacea en Yuste en 1558) y que se ocupó de supervisar las obras de la capilla funeraria del Escorial.

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