Himnos y medallas: la propaganda británica en torno al asedio de Cartagena de Indias (1741)

 

 

Como es sabido, cuando el almirante Edward Vernon inició su ataque a Cartagena de Indias en la primavera de 1741, despachó la corbeta Spencer a Gran Bretaña informando de su victoria. La daba por segura debido a la enorme superioridad numérica con que contaba, pues había llevado a cabo dos incursiones previas de tanteo exactamente un año antes. Pero tuvo un amargo despertar de ese sueño: entre la escasez de provisiones, una epidemia de vómito negro y la tenaz resistencia española -a pesar de los desacuerdos tácticos entre sus adversarios. el virrey Sebastián de Eslava y el comandante general Blas de Lezo-, la flota británica tuvo que renunciar y levar anclas después de dos meses de asedio, dejando atrás miles de muertos (de cuatro mil a once mil, según la fuente).

Sin embargo, Vernon no regresó directamente sino que intentó resarcirse desembarcando en Guantánamo, con la estratégica idea de apoderarse de Santiago y bloquear así el llamado Paso de los Vientos, entre las islas de Cuba y Santo Domingo. Lamentablemente para él, las autoridades insulares españolas estaban alerta porque otra escuadra británica, al mando del comodoro Charles Brown, había intentado tomar infructuosamente La Habana unos meses antes. Así que Vernon fracasó una vez más y en marzo de 1742 tuvo que renunciar definitivamente, poniendo proa a Inglaterra.
 
El almirante Edward Vernon retratado por Thomas Gainsborough ( Wikimedia Commons )

 Con ello, y si exceptuamos algunos episodios más como el raid del comodoro George Anson, que se extendió hasta 1744, o ataques frustrados a Florida y La Guaira, también ponía punto final de facto -el oficial no llegaría hasta 1748- a lo que entonces se conocía como Spanish War , que luego se rebautizó con el más popular nombre de War of Jenkins' Ear (Guerra de la Oreja de Jenkins), en alusión al presunto casus belli : un guardacostas habría cortado una oreja como castigo al contrabandista inglés homónimo, quien reclamó justicia ante el Parlamento Británico añadiendo una retadora e improbable frase hacia Su Graciosa Majestad ("Ve y dile a tu rey que le haré lo mismo si se atreve" ).
 
Digo "presunto" e "improbable", y hablo en condicional, porque parece que todo se trata de una leyenda y si existió un Jenkins nunca compareció en la sede parlamentaria, tratándose más bien de un conflicto instigado por The South Sea Company para acabar con el monopolio que imponía España en las Indias. De hecho, el conflicto recibe aquí la denominación de Guerra del Asiento, debido a que el rey Felipe V no quiso prorrogar el Asiento de Negros (exclusiva del comercio de esclavos) y el Navío de Permiso (derecho a enviar un barco anual a comerciar) que en el Tratado de Utrecht se había concedido a Gran Bretaña por treinta años. Lo renovaría por el Tratado de Aquisgrán, pero Londres terminó renunciando a él a los dos años, en el Tratado de Madrid, a cambio de una indemnización.

Operaciones británicas en el Caribe durante la Guerra del Asiento ( Wikimedia Commons )
 
Las largas distancias y la terquedad de Vernon a la hora de asumir el fiasco y advertir al Almirantazgo de lo ocurrido, pues no empezó a enviar informes hasta que levó anclas, hicieron que en su país siguieran sin enterarse de la fatal noticia. Consecuentemente, pensaban que la larga campaña de la Royal Navy por el Caribe había resultado victoriosa y que, si Puerto Bello (Portobelo, en la actual Panamá) había sido tomado y reducido a escombros, en Cartagena de Indias ondeaba ya la Union Jack. Todo lo cual merecía las correspondientes celebraciones. 
 
Portobelo fue un triunfo prestigioso porque tenía el que se consideraba el puerto más seguro de América, defendido por mar y tierra mediante un sistema de recias fortificaciones, razón por la que lo usaba la Flota de Indias. No obstante, se trataba sólo de apariencia: la guarnición no llegaba a trescientos hombres y sus cañones estaban obsoletos, muchos de ellos probablemente inservibles; asimismo, únicamente contaba con dos pequeños barcos guardacostas de apoyo. Así que a Vernon le bastaron un par de horas de bombardeo para rendir la plaza.

Captura de Porto Bello (George Chambers) ( Wikimedia Commons )

Ahora bien, los británicos no pretendían quedarse en aquella ciudad, pequeña a pesar de todo; su verdadero objetivo era quedarse con el oro que se suponía almacenado allí pero que resultó no estar, ya que los españoles lo habían trasladado preventivamente a Perú. Quizá en parte por esa frustración, antes de irse demolieron los castillos y bastiones hasta no dejar piedra sobre piedra y provocar que la localidad nunca recuperase su importancia. En cualquier caso, Portobelo les supuso una victoria pírrica que además generó la errónea sensación de que las plazas españolas en América podían caer con facilidad.
 
Para conmemorar el éxito de Portobelo, Vernon fue recibido en 1740 por el mismísimo rey Jorge II, que le concedió todos los barcos y recursos que el otro solicitó para ir contra un nuevo objetivo, Cartagena de Indias. Hasta hizo tocar en su honor, por primera vez, una partitura que a veces se atribuye al clavecinista John Bull y que un lustro después se adoptaría como himno nacional británico: God save the King . No fue la única melodía que haría fortuna en ese contexto, pues ese mismo año el compositor Thomas Arne puso música a un poema del escocés James Thomson titulado Rule Britannia! , que inmediatamente se asoció a aquellla buena racha de la armada. Por otra parte, Portobello Road, la famosa calle del barrio londinense de Notting Hill, debe su nombre a que atravesaba Portobello Farm, una granja a la que se bautizó precisamente de esa forma para festejar la victoria. Otra calle adyacente se llama Vernon Yard por la misma razón.
 
 El rey Jorge II retratado por Thomas Hudson en 1744 ( Wikimedia Commons )
 
Transcurrido un año, y a la vista de los apoteósicos mensajes del almirante, se imponía repetir fastos por la toma de la que era considerada la llave para acceder a los ricos territorios interiores americanos. Como decía al principio, no fue así porque las defensas de Cartagena fueron debidamente reforzadas ante la información sobre la prevista campaña enemiga por aquellas latitudes que facilitó un anónimo espía jamaicano. Pero en Gran Bretaña no lo sabían y empezaron las conmemoraciones acuñando la acostumbrada serie de monedas y medallas laudatorias.
 
No eran oficiales sino iniciativa privada, circulando hasta once modelos diferentes. La más famosa, conservada en el Museo Naval de Madrid, es la que muestra a Blas de Lezo arrodillado entregando su espada al mando inglés, con la inscripción The praid of Spain humbled by Ad. Vernon (El orgullo de España humillado por el almirante Vernon). Otros lemas decían Spanish insolence corrected bay english bravery (La insolencia española corregida por la valentía inglesa), True british heroes took Cartagena (Auténticos héroes británicos tomaron Cartagena) o Who took Portobelo with six ships only (Quién tomó Portobelo con sólo seis barcos).

Tres de las medallas conmemoraticas. Se lee claramente "Don Blass ", en alusión a Blas de Lezo ( Wikimedia Commons )

Hubo más piezas, representando diversos momentos de la batalla y a otros oficiales de la Royal Navy que participaron. Incluso una se burlaba del que era primer ministro británico desde hacía dos décadas, Robert Walpole, por haberse mostrado remiso a iniciar aquella contienda y que al conocerse por fin en julio cómo había terminado trató de ocultarlo sin conseguirlo, lo que supuso su caída. Las medallas y monedas -parte de las cuales tenían un agujero para usarlas como colgantes- eran de metales variados, baratos, como latón, estaño o pinchbeck (una aleación de zinc y cobre), aunque a algunas se les dio un baño dorado o plateado. Asimismo, estaban mal elaboradas debido a que se acuñaron con prisas para su venta masiva.
 
En realidad, la variedad de objetos evocadores de la victoria fue mayor y alcanzó a algunos de uso cotidiano como teteras, platos y, por supuesto, publicaciones impresas (pasquines, panfletos, artículos de prensa, grabados), que con el tiempo terminarían por distorsionar lo que ocurrió en Cartagena de Indias al ser empleados como fuentes por la historiografía británica hasta el siglo XIX, a despecho de la orden dada por el rey Jorge II de guardar silencio sobre el bochornoso asunto.  
 
 
No sólo hubo medallas; también publicaciones, como ésta del impresor William Rayner ( British Museum )

Vernon cayó en desgracia en primer término, a pesar de sus intentos de desviar responsabilidades hacia el general Thomas Wentworth, quien estaba al mando de las fuerzas de desembarco (que llegaron a sufrir un noventa por ciento de bajas). Sin embargo, el ostracismo de Walpole acarreó la rehabilitación del almirante, que hasta sería enterrado en la selecta Abadía de Westminster cuando falleció en 1757. Hasta hace poco se le recordaba fundamentalmente por lo de Portobelo y por haber inventado el grog , la bebida de los marineros, compuesta de tres partes de agua azucarada y una de ron más limón, y cuyo nombre se debía a su apodo, Old Grog, en alusión a la capa imperable que solía usar (confecccionada en un rígido material que mezclaba lana y seda llamado grogram)
 
Aún así, el equívoco epitafio de su lápida dice "...y en Cartagena conquistó hasta donde la fuerza naval pudo obtener victoria" . Quizá sería más ajustada la frase que dejó Horace Walpole, el célebre escritor hijo de Robert Walpole, que en 1744 quiso ajustar cuentas por el trato que recibió su padre y escribió: "Ya hemos perdido siete millones en dinero y treinta mil hombres en la guerra contra España y todo el fruto de esa sangre y tesoro es la gloria de tener la cabeza del almirante Vernon en los carteles de las tabernas".
 
BIBLIOGRAFÍA: 
-CANALES, Carlos y DEL REY, Miguel: Naves mancas. La armada española a vela de Cabo Celidonia a Trafalgar.
-MARTÍNEZ LAÍNEZ, Fernando: Vientos de gloria. Grandes victorias de la Historia de España.
-SÁEZ ABAD, Rubén: La Guerra del Asiento o de la Oreja de Jenkins, 1739-1748.
-GÓMEZ, Santiago: La Guerra de la Oreja de Jenkins. Combates en el Caribe (Todo a Babor).

Imagen de cabecera: Disposición de la flota británica en el sitio de Cartagena de Indias, 1741 (Isaac Basire-Biblioteca Nacional de Colombia en Wikimedia Commons)

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