Boone Helm, el Caníbal de Kentucky

 
Levi Boone Helm

"Patea al viejo camarada. El próximo soy yo. Te acompañaré al infierno en un minuto". Tales fueron las palabras que, según cuenta la leyenda, pronunció Boone Helm el 14 de abril de 1864, mientras el verdugo ajustaba en torno a su cuello el nudo corredizo de la soga que había de hacer justicia. Seis mil personas dicen que se congregaron en torno al patíbulo de Virginia City para asistir al ahorcamiento de él y otros cuatro reos, todos ellos condenados por pertenecer a la banda de forajidos de Henry Plummer, aunque ninguno presentaba un historial tan siniestro como el de Helm, al que se conocía popularmente como el Caníbal de Kentucky.

Irónicamente, Plummer, el presunto jefe, había estado a ambos lados de la Ley, pues la defendió con una estrella en el pecho como marshall que era de la localidad de Bannack, en Idaho. Incluso intentó entrar en política, postulándose como candidato del Partido Demócrata por Nevada City en las elecciones estatales, si bien no contaba con el apoyo de sus compañeros y terminó perdiendo. Su vida, no obstante, cambiaría de forma radical para pasar a ser un rosario de incidentes mortales a partir de 1857, cuando, ejerciendo su trabajo policial, mató al marido de una mujer que sufría agresiones de éste. Alegó que lo hizo en defensa propia, pero el jurado no le creyó y fue condenado por asesinato a diez años en la prisión de San Quintín. 

 
Henry Plummer (Wikimedia Commons)

Consiguió un indulto en 1859 porque padecía tuberculosis, que entonces era una enfermedad incurable, y se le permitió reincorporarse a su trabajo. Sin embargo, el destino estaba decidido a jugársela y un par de años más tarde, acabó con un prófugo al intentar arrestarlo. Plummer se entregó voluntariamente y las autoridades locales, temiendo que sus antecedentes pesaran en el juicio, le permitieron abandonar el estado. El infortunado marshall marchó a California, atraído por la fiebre del oro... donde se vio envuelto en un tiroteo y tuvo que irse otra vez. Así llegó a Bannack, ciudad minera, donde conoció a una mujer con la que se casó; sólo que un amigo celoso que también aspiraba a sus favores no aceptó la decisión y, enzarzados ambos hombres en una pelea, la cosa acabó como solía: con otro cadáver en el currículum.

Dado que el altercado ocurrió en un saloon y todos los presentes testificaron a su favor, Plummer no sólo salió bien librado sino que le eligieron marshall. Ahora bien, desde su nombramiento se multiplicaron los robos y atracos hasta tal punto que no tardó en extenderse la sospecha de que él mismo los dirigía en la sombra. Idaho aún no se había incorporado a la Unión, así que no había una justicia organizada. Los mineros montaron un comité de seguridad, los Montana Vigilantes [sic], que poco a poco fueron capturando a todos los bandidos y ejecutándolos tras ser juzgados por su propio tribunal. Pero, antes, los acusados tuvieron tiempo de confesar que obedecían a Plummer y él terminó compartiendo su trágico destino (aunque hoy en día existen serias dudas sobre el proceso).

 
Ahorcamiento de dos bandidos por parte de los Montana Vigilantes (Wikimedia Commons)

Como decía al principio, entre los que cayeron estaba también Levi Boone Helm, cuya biografía supera con creces la de Plummer, con el extra de que su historial empezó a torcerse mucho antes; desde pequeño mostró inclinación por las violencia y no sólo no hizo nada por evitarla sino que se zambulló en ella plenamente, hasta extremos tremendistas, como veremos. Si Plummer nació en 1832 en Addison, un pueblo del pacífico estado de Maine, Helm lo hizo en el condado de Lincoln (territorio de Kentucky que no hay que confundir con el condado homónimo de Nuevo México donde hubo una auténtica guerra entre facciones rivales de ganaderos y después sería sheriff el famoso Pat Garret), siendo cuatro años mayor. No obstante, se crío en Missouri, territorio fronterizo, a  donde se mudó su familia. Curiosamente, ésta no obedecía al previsible modelo desestructurado que cabría esperar, sino que estaba bien considerada, aunque de doce hermanos y por ello forzosamente humilde..

El caso es que, alardeando de su cuerza y corpulencia, así como de gran pericia montando a caballo, el joven se involucraba a menudo en peleas y disputas variadas en las que demostraba su habilidad con el cuchillo... y que supusieron sus primeros tropezones con la ley. Tres de sus hermanos se incorporaron a filas y combatieron en la guerra con México pero él no. De hecho, junto a otros tres, David, Fleming y Alonzo, marchó en 1849 a California, donde la fiebre del oro atraía a multitud de aventureros en busca de fortuna. No tuvieron suerte; Fleming murió en una disputa de juego y David mató al asesino, lo que obligó a los Helm a retornar a Missouri.

 
Ubicación del condado de Lincoln en el estado de Kentucky (Kentucky Atlas & Gazetteer)


Su matrimonio en 1851 con una joven de diecisiete años llamada Lucinda Browning y la hija que ambos tuvieron no fueron suficiente para hacerle sentar la cabeza y tras dos años de maltratos terminaron divorciándose, algo que acarreó la ruina de la familia Helm porque fue el padre de él quien pagó los gastos del proceso y recordemos que no andaban sobrados de medios. Dispuesto a iniciar una nueva vida, Boone se dispuso a emigrar de nuevo, esta vez a Texas. La idea supondría el paso sin retorno que le apartó definitivamente de la normalidad tras una discusión con su primo Littlebury Shoot, que se había ofrecido a acompañarle durante una borrachera pero se volvio atrás al recobrar la sobriedad y terminó acuchillado mortalmente.

Boone dejó atrás el cadáver y continuó su viaje en solitario pero terminó capturado unos días después por unos cazarrecompensas contratados por William Shoot, el hermano de su víctima, de quien se diría que años más tarde atravesó el país para asistir personalmente a la ejecución del asesino. Una serie de vicisitudes en la cárcel determinaron que fuera trasladado a un manicomio, un tipo de institución que a mediados del siglo XIX, con las lamentables condiciones que solía haber, era un auténtico infierno que solía agravar las enfermedades mentales de los reclusos en vez de curarlas. Así, el carácter del nuevo inquilino se agravó, volviéndose huraño y, lo que fue peor, más sutilmente astuto. Quedó patente al convencer a los guardias para que le permitieran salir a pasear por los alrededores bajo vigilancia y, una vez que accedieron, fugarse.

Season if the mountain men (Joe Velázquez)

Su destino seguía siendo California pero la ruta hasta allí se tiñó con un rastro de sangre, resultado de las broncas que iban surgiendo durante el trayecto. Fueron varios los muertos, aunque hubo un punto de inflexión cuando uno de ellos no se produjo fruto del acaloramiento sino a sangre fría. Boone se convirtió en un asesino perseguido por cuadrillas de vigilantes y cazarrecompensas; para evitarlos, se unió a un grupo de proscritos que buscaron escabullirse de la justicia en Idaho, que no sería estado hasta 1890. Eso significaba atravesar territorio indio, algo poco recomendable porque desde 1847 las tribus cayuse de Oregón estaban en pie de guerra contra la masiva afluencia de colonos blancos. 

Efectivamente, los fugitivos sufrieron un ataque que les obligó a refugiarse en las montañas en pleno invierno, un lugar de clima extremo en esas condiciones y donde se produjo otro de los episodios clave de su azarosa vida. Faltos de provisiones, terminaron matando a sus caballos para comérselos y siguieron a pie usando raquetas de nieve hechas con sus huesos y pieles. Una marcha penosa, casi suicida, que se prolongó jornada tras jornada y fue acabando con la vida de todos hasta que sólo quedaron Boone y un compañero llamado Burton. Éste, sin fuerzas e incapaz de continuar, se pegó un tiro, ofreciéndole así una extrema oportunidad de sobrevivir con su carne. Boone ya tenía experiencia en ello, pues vivía siempre al limite, así que se alimentó con una pierna de Burton mientras remprendía el camino llevándose la otra envuelta para ir consumiéndola poco a poco. Años después, se atribuiría tan atávica iniciativa a otro frontier man aún más famoso, Jeremiah Johnson, pues los detalles de las peripecias de aquellos pioneros solían intercambiarse en el imaginario popular.

Jeremiah Johnson (Billings Gazette)


Boone logró sobrevivir porque, ya en penoso estado, fue rescatado por un comerciante llamado John W. Powell y llevado a Salt Lake City. Allí permaneció un tiempo, hasta que gastó todo el dinero que llevaba -que era bastante, según confirmó Powell- y receloso de que eso le llevara a problemas con la ley, huyó de nuevo, recalando en San Francisco. Una gran ciudad quizá podría haber sido un buen escondite, pero volvió a las andadas: primero mató a un ranchero que le había acogido y luego se trasladó a Oregón para dedicarse al bandidaje, robando y asesinando. Caminar por el filo de la navaja estuvo a punto de costarle el final en 1862, después de que fuera capturado tras asesinar y reincidir en el canibalismo durante su fuga por la Columbia Británica. Sin embargo, uno de sus hermanos sobornó a los testigos del crimen y obtuvo la libertad.

Sólo era un aplazamiento más de su inevitable cita personal con la justicia. Como vimos, se fue a Montana, ingresó en la banda de Henry Plummer y continuó durante dos años en el agitado oficio del robo hasta ser detenido en plena calle por varios Vigilantes. Le llevaron ante el improvisado tribunal minero de Virginia City, en Madison, un condado del sudoeste de aquel territorio al que por entonces aún le faltaba un cuarto de siglo para convertirse en el cuadragésimo primer estado de EEUU. Allí admitió haber matado y pasado por la cárcel un par de veces, pero negó todos los cargos de bandolerismo que ahora le imputaban, al igual que ser responsable de provocar un incendio. No se sirvió de nada porque la gente estaba harta de inseguridad y quería un escarmiento; él y sus compañeros fueron sentenciados a la horca.

El edificio de Virginia City, ya terminado, donde fue ejecutado Boone Helm (Legends of America)


El patíbulo era en realidad un edificio de troncos que estaba a medio hacer, cuyas vigas se usaron para pasar las sogas y que, al carecer aún de fachada, permitía la visión del acto a los muchos espectadores reunidos. Boone demostró en sus últimos momentos toda la dignidad -altivez incluso- de la que había carecido en su vida, mostrando una frialdad impresionante hasta el punto de que, según testimonios, únicamente parecía preocupado por el dolor que le producían las ligaduras en un dedo; anta la tardanza del desenlace, debido a las confesiones de los reos con un cura, exclamó enfadado: "¡Por el amor de Dios, si me váis a colgar hacedlo ya. Si no, desatadme el dedo!". Aún tenía más en su repertorio. Uno de sus compañeros saltó del cajón por iniciativa propia y mientras se bamboleaba le dejó un epitafio, "Uno que se ha ido al infierno", que completó con las palabras reseñadas al comienzo cuando le llegó el turno a su compinche Jack Gallagher.

Para muchos, lo más destacado de aquella apostura postrera fue la dedicatoria a la causa confederada, con la que simpatizaba y que supuso un clavo más para su ataúd. Era el 14 de enero de 1864 y la Guerra de Secesión llevaba casi tres años arrasando el país, con los estados del Sur prácticamente derrotados tras las decisivas derrotas de Gettysburg, Vicksburg y Chattanooga en los meses anteriores. Por eso lo último que salió de la boca de Boone fue: "¡Cada hombre, por sus principios! ¡Hurra por Jeff Davies! ¡Vamos allá!". Y saltó de la caja antes de que el verdugo la pateara.

Estampa del Virginia City Museum exhibiendo las lápidas de Boone Helm y sus compinches (Movies and Mania)
 
Los cuerpos de los ajusticiados fueron enterrados en el cementerio local de Boothill pero las lápidas originales se trasladaron al Virginia City Museum, donde se perdieron en un incendio.

BIBLIOGRAFÍA:

-HOUGH, Emerson: The story of the outlaw.
-HOUGH, Emerson: Levi Boone Helm-Murderer, cannibal & thief.
-NOLAN, Frederick: The Wild West. History, myth & the making of America.
-THRAPP, Dan L: Encyclopedia of frontier biography.
-YOUNG, Ron: Kentucky Cannibal in Cariboo. A story of the killer Boone Helm.
-Wikipedia

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