Carta cifrada de Felipe IV al cardenal Albornoz

Conservada en el Archivo histórico Nacional, esta carta cifrada que versa sobre el tratado de paz entre el Papa y los coaligados, fue enviada por el rey Felipe IV al cardenal Gil de Albornoz en el contexto de la Guerra de los Treinta Años. Albornoz no sólo vestía la púrpura  sino que también era el hombre de confianza de la corona en Italia; no en vano, había ejercido de gobernador del Milanesado durante un año (1634-35), con poderes de virrey. 

El recurso de encriptar los mensajes se remontaba ya a la Antigüedad (véase, por ejemplo, la escítala que empleaban los éforos espartanos o las reseñas a un método -perdido- que usaba Julio César) y los árabes lo perfeccionaron notablemente en el Medievo. En la Edad Moderna se generalizó su uso, especialmente en la correspondencia militar y diplomática (recordemos su papel decisivo, a través de un cifrado de sustitución, en la Conspiración de Babbington que terminó con la ejecución de María Estuardo). 

La misiva de este artículo lleva la fecha de 16 de agosto de 1644. Desde una semana antes se estaba celebrando en Roma el cónclave del que el 15 de septiembre saldría el nuevo pontífice que habría de sustituir al fallecido Urbano VIII.

Retrato de Felipe IVpor Velázquez

Las deliberaciones se prolongaron mucho debido a las posiciones irreductibles de las dos facciones enfrentadas: la española que lideraba el citado cardenal Albornoz y defendía la candidatura de Giovanni Battista Pamphil, y la francesa del cardenal Mazarino, un italiano naturalizado francés al que Richelieu había designado sucesor como ministro de Estado en 1641 y que quería en el Vaticano a Giulio Cesare Sacchetti.

Los cardenales Albornoz y Mazarino vistos por un autor anónimo y Pierre Mignard, respectivamente

Finalmente, aprovechando que Mazarino tuvo que ausentarse, resultó elegido Pamphil, descendiente de la familia Borgia, que adoptaría el nombre de Inocencio X (el que exclamó "¡Troppo vero!" ante el famoso retrato que le hizo Velázquez). Era partidario de España, de ahí la oposición francesa. De hecho, durante su mandato se negó a reconocer la independencia de Portugal y se opuso a la Paz de Westfalia. Asimismo, mantuvo una tensa relación con Francia, condenó el jansenismo y bautizó a la reina Cristina de Suecia. 

En suma, un auténtico y genuino juego de tronos. Y codificado.

El famoso retrato que Velázquez le hizo a Inocencio X

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