Propiedades eclesiásticas en Cebú
El
16 de marzo de 1521 Magallanes llegaba a Filipinas, arribando a una
isla llamada Sugbo. Fue bien recibido porque los locales estaban
acostumbrados a tratar con extranjeros, ya que era el enclave
comercial más importante del archipiélago. Irónicamente, fue su
dirigente, el rajá Humabón, el que provocó de forma indirecta la
muerte del portugués al solicitar su ayuda para someter al cacique
de la vecina Mactán.
Cuarenta
y cuatro años más tarde, en 1565, empezó la colonización española
propiamente dicha con la fundación del asentamiento de la Villa de
San Miguel en Sugbo, cuyo nombre adaptaron lingüísticamente los
trescientos ochenta hombres de Miguel López de Legazpi como Cebú.
Sería el punto de partida para dar el salto a Manila en 1571 y
conquistar todo el archipiélago.
El
documento adjunto, conservado en el Archivo Histórico Nacional de
España, es una copia de un mapa de Cebú realizado en 1699 mostrando
las propiedades eclesiásticas que había en la ciudad, la cual fue urbanísticamente diseñada en damero. Como se puede apreciar, la
Iglesia era prácticamente dueña de la mayor parte de los solares e
inmuebles, lo que prefigura una de las características más
destacadas de aquel territorio: la sobrepresencia de órdenes religiosas, que desde la segunda mitad del siglo XVIII lastró la economía al provocar una decadencia del comercio en favor de explotaciones
agrícolas de muy escaso rendimiento.
Lo
que se dio en llamar la "frailocracia" estaba compuesta por
agustinos, franciscanos, jesuitas y dominicos (por orden numérico)
que explotaban ingentes fincas de tabaco (200.000 hectáreas en
total) con trabajadores nativos (60.000 familias), contratados por
una miseria en una explotadora situación semifeudal llamada polo,
semejante a la de las antiguas encomiendas americanas, ante la
indiferencia de la administración. El arzobispo de Manila era la
cabeza dirigente de la equivocada labor evangelizadora que de paso se
ejercía sobre esas gentes: conversión a la fuerza, cambio de nombre
por uno español, inculcación de su condición servil por deseo
divino… Sólo el sur, musulmán y no dominado del todo, consiguió
mantenerse al margen de la aculturación.
Esa
situación se agravaba con la complejidad de las Filipinas desde el
punto de vista geográfico (7.107 islas, algunas minúsculas, con una
superficie total similar a la española, unos 309.615 kilómetros
cuadrados de selva tropical, en la que sólo estaba habitado el 40%),
cultural (11 idiomas y 87 dialectos hablados por un total de 67
tribus, considerados indios por los castilas -nombre que daban a los españoles- y de entre los cuales los mayoritarios eran los cailianes, seguidos de los aliping o esclavos, los itas,
los tagalos, los moros…), administrativo (no había planificación
alguna ni obras públicas) y político (se denegó una y otra vez el
derecho a representación parlamentaria y las medidas en ese sentido
iniciadas por el ministro Segismundo Moret en 1869 fueron frenadas
desde 1871 por "antiespañolas").
Que
en la última década del siglo XIX brotara un movimiento
independentista era una consecuencia prácticamente inevitable.
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