Gran Memorial, el documento secreto del conde-duque de Olivares proponiendo a Felipe IV unificar los territorios de la Monarquía Hispánica


Tenga Vuestra Majestad por el negocio más importante de su Monarquía, el hacerse Rey de España: quiero decir, señor, que no se contente V. M. con ser Rey de Portugal, de Aragón, de Valencia, Conde de Barcelona, sino que trabaje y piense, con consejo mudado y secreto, por reducir estas reinos de que se compone España al estilo y leyes de Castilla, sin ninguna diferencia (…), que si V. M. lo alcanza será el príncipe más poderoso del mundo”.
En el primer cuarto del siglo XV, la Monarquía Hispánica seguía siendo un irregular conglomerado de reinos, estados y señoríos peninsulares, europeos y ultramarinos cuyo único elemento en común era estar regidos por la dinastía de los Habsburgo, pero que resultaba demasiado variado para conseguir llevar a cabo una gestión eficaz. A las múltiples lenguas y costumbres se sumaban un sinfín de fueros, jurisdicciones, legislaciones y privilegios que limitaban considerablemente no sólo la autoridad real sino también las labores de gobierno y creaban desigualdades de trato a las diferentes poblaciones: los pecheros de Castilla tenían que aportar la mayor parte de la financiación estatal y el grueso de los efectivos que integraban los ejércitos, aunque a cambio tenían la prebenda de beneficiarse de las riquezas americanas -al menos en teoría- y del reparto de cargos de la administración, en el que se imponían al resto de españoles, considerados de segunda en la práctica.

El imperio español de los Habsburgo, incluyendo territorios cartografiados y reclamados/Imagen: Nagihuin en Wikimedia Commons

Y si en ese comienzo de centuria se abría el período más brillante de la historia española en lo referente a las artes y las letras, en otros aspectos fue de crisis importante en múltiples ámbitos, desde la economía a la demografía, pasando por el plano militar. Ésa fue la razón que obligó a que durante el reinado de Felipe III hubiera que optar por una política de paz aún a costa de reconocer implícitamente la derrota en algunos frentes norteños. Todo eso cambió con la caída del duque de Lerma y su sustitución como valido del rey por el duque de Uceda, que decidió recuperar las viejas glorias imperiales. Con la subida al trono de Felipe IV, su mano derecha, el conde-duque de Olivares se encontró con la herencia de la Guerra de los Treinta Años y el fin de la paz con las recién nacidas Provincias Unidas.

En ese contexto es famoso el proyecto del valido que se conoció como Unión de Armas pero no lo es tanto el que desarrolló de forma paralela y que resultaba mucho más ambicioso porque no se limitaba a una reforma militar sino que afectaba al conjunto de la citada Monarquía Hispánica. Como es sabido, la idea de la Unión de Armas estuvo originada por la necesidad de pagar a los Tercios; ante las cada vez mayores dificultades que encontraba la flota de Indias para atravesar el Atlántico con los metales preciosos y la sempiterna falta de liquidez en las arcas, los consejos de Hacienda primero y Castilla después sugirieron que no cayera todas las cargas sobre los castellanos y que se recaudara también en otras provincias

La Unión de Armas proyectada por Olivares/Imagen: Nagihuin en Wikimedia Commons

Olivares apuntó la sugerencia, que además habían esbozado antes el jesuita humanista Carolus Scribani, el general Ambrosio de Spínola y el militar Rafael de la Barreda y Figueroa. Basándose en que se trataba de defender intereses comunes, propuso crear un ejército de reserva de 140.000 hombres (no todos de servicio al mismo tiempo) aportados proporcionalmente por cada reino o territorio según su riqueza. Ello implicaba que cada uno tendría que financiar su parte. Mal asunto para quienes hasta entonces sólo estaban interesados en sufragar su propia defensa, máxime teniendo en cuenta que unos sitios, por su ubicación estratégica, entraban en guerra más a menudo que otros que podían vivir en relativa paz y, por tanto, no querían gastar su dinero así.

Felipe IVpor Gaspar de Crayer (1627-1628)
En fin, la Unión de Armas fracasó por la oposición de parte de los implicados y ello terminó desembocando, junto con otras razones, en las rebeliones de Cataluña y Portugal de 1640. Ahora bien, sólo era un capítulo; el más acuciante pero no el único, del plan pensado por el valido, quien se lo había presentado a Felipe IV dos años antes, en 1624, bajo el título de Gran memorial (también conocido como Instrucción secreta). Era una propuesta mucho más ambiciosa que la meramente militar, pues aspiraba a unificar jurídica e institucionalmente todos los reinos que componían la Monarquía Hispánica, de manera que todos fueran iguales. 

Se basaba en atender la demanda de muchos de dichos territorios en el sentido de que apenas conocían a su rey y se sentían postergados de los cargos de gobierno, quedando así algo desligados de compromiso afectivo. Para paliarlo, Olivares proponía igualar las diversas legislaciones a la de Castilla compensándolo con una “descastellanización” del monarca a base de visitas a esos sitios, así como la incorporación de representantes portugueses, aragoneses e italianos a la corte y la administración,. O sea, colaborando y beneficiándose el conjunto a un tiempo o, como el propio valido dijo en una carta al virrey de Zaragoza, anticipándose a los mosqueteros de Dumas, “uno para todos y todos para cada uno”.

El memorial pecaba quizá de ingenuidad, de precipitación y de información suficiente. O puede que se adelantase a su tiempo, ya que la principal manera sugerida para ponerlo en práctica era la homogeneización sociocultural (hacer que las gentes de los distintos reinos, tierras y señoríos se mezclasen), aunque también preveía la negociación e incluso la imposición por la fuerza. Incluso se ha sugerido que Olivares provocaba deliberadamente a Cataluña a rebelarse y así tener una excusa para intervenir, pues el propio valido sugería al soberano recurrir a métodos “maquiavélicos” si hacía falta (en ese sentido destaca la frase que le escribió al citado virrey, diciendo que los enemigos de España le habrían hecho un gran favor al país si su hostilidad traía como consecuencia "una perpetua y firme unión de reino a reino”). 

Corpus de Sangre, inicio de la sublevación en Cataluña (Antoni Struch)

El caso es que, en la práctica, cada uno de esos territorios se mostró celoso de salvaguardar sus fueros y privilegios, rechazando tanto la castellanización de sus leyes como la primacía de la autoridad real. El Gran memorial no se pudo poner en práctica y, con varios frentes abiertos que determinaron la caída del ministro, terminó en un cajón, olvidado hasta 1788. Dado que no se conserva el original sino copias posteriores, incluso se ha puesto en duda su autenticidad, atribuyéndose al preceptor de Felipe IV, el sacerdote Galcerán Albanell.

Bibliografía:
-ELLIOTT, J.H: El conde-duque de Olivares.
-ELLIOTT, J.H y DE LA PEÑA, José Francisco: Memoriales y cartas del conde-duque de Olivares.
-MARAÑÓN, Gregorio: El conde-duque de Olivares.
-RIVERO RODRÍGUEZ, Manuel: El Gran Memorial de 1624, dudas, problemas textuales y contextuales de un documento atribuido al conde-duque de Olivares.
-VVAA: Historia de España.
-VVAA: Nueva Historia de España: el ocaso de la hegemonía española.

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