Daemonologie, el tratado sobre brujería que escribió el rey Jacobo VI de Escocia basándose en un caso real


"¿Cuándo volvemos a juntarnos: cuando relampaguee, cuando truene o cuando llueva?"
Este es el comienzo de Macbeth, la célebre tragedia de Shakespeare sobre la ambición política, que recita una de las tres brujas que desencadenarán la trama. No se sabe la fecha exacta en que el bardo la escribió, aunque una referencia que hace a la doctrina jesuítica de la equivocación lleva a pensar que quizá el autor se inspiró en el juicio celebrado contra Henry Garnet, un miembro de la Compañía de Jesús que participó junto a Guy Fawkes y otros católicos en la Conspiración de la Pólvora, la frustrada trama para volar el parlamento británico. Ese proceso tuvo lugar en 1606, si bien otros estudiosos consideran que el concepto de equivocatio ya existía antes. En cualquier caso, la primera representación conocida en el Globe Theatre fue en 1610 (aunque seguramente hubo otras antes) y la primera edición se hizo en 1623, durante el reinado de Jacobo I de Inglaterra y VI de Escocia, el hijo de María Estuardo, que en 1603 había sucedido a Isabel I por no tener ésta descendencia.


Las brujas de Macbeth en la versión cinematográfica de Orson Welles

Jacobo tuvo una preocupación especial en su reinado por los asuntos religiosos. No sólo por haber impulsado en 1611 una traducción al inglés de la Biblia (la llamada King James Version) sino también porque siete años más tarde intentó fusionar la fe presbiteriana escocesa con la anglicana, provocando una fuerte controversia. Claro que peor lo tenían los católicos. Al principio intentó seguir una política de tolerancia hacia ellos, ya que, al fin y al cabo, en la cuestión hereditaria se habían manejado los nombres de candidatas católicas como Isabel Clara Eugenia, la hija de Felipe II o, como mínimo, simpatizantes, caso de Arbella Stuart, que era de sangre real. Incluso firmó la paz con España y su segundo vástago, Carlos (el mismo que le sucedería antes de perder la cabeza durante la revolución), hizo un viaje de incógnito a Madrid acompañado del duque de Buckignham para intentar concertar una boda con la infanta María Ana, la hija menor de Felipe III, que finalmente no salió adelante. Pero el citado complot contra el parlamento dio al traste con las buenas intenciones del monarca y al final recrudeció la represión del catolicismo.


Jacobo I de Escocia y VI de Inglaterra retratado por John de Critz (Wikimedia Commons)

Y si los católicos lo pasaron mal, no les fue mejor a las acusadas de brujería; de hecho, bastante peor. La actitud adoptada contra la brujería en las islas británicas era de persecución implacable desde 1563 y si bien las actuaciones más duras no llegarían hasta el período puritano, ya se habían dado algunos episodios de ésos que pasan a la Historia. Hay que destacar inevitablemente el de la localidad escocesa de North Berwick de 1590 porque Jacobo, que por entonces sólo reinaba en Escocia, tuvo cierto protagonismo. 


Brujas azotadas en una ilustración de Daemonologie (Wikimedia Commons)

Regresaba de un viaje por Dinamarca, país a donde había ido para casarse con la princesa Ana y en el que había una fijación obsesiva con ese tema (se conservan medio millar de procesos documentados con doscientas cincuenta ejecuciones, aunque el número debió ser mayor dada la cantidad de archivos perdidos), cuando el barco que le llevaba estuvo a punto de naufragar al ser sorprendido por una tormenta, debiendo refugiarse en un puerto noruego y permaneciendo semanas bloqueado por el mal tiempo antes de poder zarpar de nuevo. El almirante de la flota danesa de escolta atribuyó aquel revés a una dama de la corte y poco después varios nobles se vieron implicados en una trama de brujería con fines políticos. Como solía suceder en esas situaciones, la tortura llevó a los acusados a denunciar a otros y la conclusión fue que habían hecho un aquelarre para atraer una meteorología adversa y facilitar la subida a bordo de la nave de los demonios. Dos mujeres perecieron en la hoguera y Jacobo decidió instaurar su propio tribunal en suelo británico.

Ejecución de brujas, por Nicolay Bessonov (All-Art)

Como puede comprobarse en Macbeth, se consideraba que las brujas de Escocia tenían una estrecha vinculación con las tempestades, así que las culpas recayeron sobre ellas, desatándose una campaña de persecución en el mencionado pueblo de North Berwick; concluyó con la detención de más de un centenar de personas, entre ellas algunas de importancia, como el maestro de escuela o incluso de alcurnia, caso de Francis Stewart, conde de Bothwell. El tormento volvió a ejercer su absurdo papel y de las confesiones se sacó que efectuaban aquelarres en la parroquia portuaria de St. Andrews Auld Kirk con el objetivo de envenenar al rey y hundir su barco, además de causar una enfermedad incurable y mortal al conde de Angus. Algunos de aquellos desgraciados/as fueron ejecutados, engrosando así la lista de víctimas por esos cargos en Escocia, que se calcula entre tres mil y siete mil personas hasta el siglo XVIII.


Aquelarre, por Nicolay Bessonov (All-Art)

El episodio de North Berwick ejerció una apreciable influencia en Shakespeare, ya que los rituales de las tres brujas de Macbeth son iguales que los descritos en un folleto publicado en Londres en 1591 bajo el título Newes from Scotland-declaring the damnable life and death of Dr. Fian, a notable sorcerer. Es un documento interesante porque no sólo fue el primero dedicado exclusivamente a ese asunto en Escocia sino que proporciona una descripción primigenia del conocido como osculum infame (beso de la vergüenza, el que las brujas debían dar al diablo en el trasero durante el sabbat), aparte de estar ilustrado con los únicos grabados de la época al respecto. Pero es que, además, Newes fron Scotland también influyó en una obra sobre brujería y nigromancia que hay que calificar de insólita porque fue escrita ni más ni menos que por el mismo rey Jacobo.


Una ilustración de Newes fron Scotland (University of Glasgow)

Se trata de Daemonologie, que el monarca publicó en 1597, cuando sólo reinaba en Escocia. Como se deduce de su título, es un ensayo que habla de demonología (la rama teológica que estudia los demonios, su naturaleza y su origen), aunque se extiende a otros temas y criaturas esotéricas como vampiros, hombres lobo y similares. Estructurado en tres libros y desarrollado en forma de disertación filosófica imitando el diálogo socrático mediante dos personajes que dialogan, Philomathes y Epistemon, tenía intención pedagógica, ya que estaba destinado a informar al pueblo de la existencia de esa realidad y justificar la necesidad de reprimirla. El primer volumen se dedica a la magia y la astrología, mientras que el segundo se centra en las brujas, la hechicería y Satanás; en el tercero y último, los dos protagonistas exponen sus conclusiones y se hace una clasificación de los tipos de fuerzas demoníacas.


Una edición original de Daemonologie

La influencia que tuvo Daemonologie no fue sólo sobre Shakespeare. También sirvió de base a Richard Bernard, un clérigo puritano inglés que en 1629 publicó A guide to Grand Jury-Men, un manual para saber cómo actuar judicialmente en los procesos por brujería, interrogar a los testigos y obtener pruebas. Asimismo, inspiró a Matthew Hopkins, un cazador de brujas que entre 1644 y 1647 logró llevar a la horca más personas acusadas de ese delito que en los cien años anteriores, en torno a trescientas, actividad que plasmó en un libro titulado The discovery of witches, publicado ese último año antes de morir joven, de tuberculosis. Para descubrirlas empleaba la tortura, pese a estar prohibida por ley para ese tipo de delito. Hay que aclarar que en los países protestantes eran los letrados y clérigos quienes tomaban la iniciativa de perseguir la brujería -en teoría comisionados por el Parlamento, aunque en la práctica no solía ser así- frente a los católicos, donde se ocupaba la Inquisición, aunque también la justicia ordinaria y municipal tenían competencias.


Portada de The discovery of witches, de Matthew Hopkins (Wikimedia Commons)

En cuanto a Jacobo, que era un erudito y experto latinista que también trató otros temas (por ejemplo, el tabaco en A counterblaste to tobacco o la política en The true law of free monarchies) y escribió poesía, subió luego al trono inglés y reinó conjuntamente más de dos décadas. En Inglaterra fueron ejecutadas aproximadamente un millar de brujas hasta 1686; a partir de ahí, y durante los veintiséis años siguientes, se pasó a sancionarlas con penas menores, eliminándose la creencia en la brujería en 1736.

 BIBLIOGRAFÍA
-BERNARD, Richard: A guide to Grand Jury-Men.
-BURNS, William E: Witch hunts in Europe and america. An encyclopedia.
-CARMICHAEL, James (?): Newes fron Scotland-declaring the damnable life and death of Dr. Fian, a notable sorcerer.
-HOPKINS, Matthew: The discovery of witches.
-JACOBO I: Daemonologie.
-LISÓN TOLOSANA, Carmelo: Las brujas en la historia de España.
-ROSEN, Barbara: Wichcraft in England 1558-1618.
-SHAKESPEARE, William: Macbeth.

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