Crónica de Hernando de Barrientos (apostilla)

Notas del investigador, sir Herbert Guthrey, profesor de Historia del King's College y miembro de la Royal Society of London.

La figura histórica de Hernando de Barrientos es misteriosa y fascinante. Como hispanista y ducho en los estudios de esta materia, he encontrado que siempre ha concedido una importante excesiva a Gonzalo Guerrero como ejemplo del mestizaje: el español que se convierte en nativo. Sin embargo, encuentro en Barrientos una figura más claramente definida, un europeo que sin renunciar a su credo, su Dios, y su rey fue capaz de hacer como los colonos franceses en la Luisiana y fusionarse con el paisanaje para obtener de ellos una relación de comprensión y respeto mutuos, lo cual se me antoja todavía más mestizo que el ejemplo guerrerense.

Poco acostumbrados estamos los anglosajones a tales mezclas, pero no fueron infrecuentes entre los españoles a los que se acusa tantas veces de ser sanguinarios y codiciosos, aunque a lo que a mí me parece no menos que nuestros compatriotas, pues los colonos de John Smith o los corsarios de Raleigh no se comportaron mejor en su época con la población nativa en aquellas colonias.

Es por esto que decidí entrevistarme con los ancianos de la Chinantla, un lugar apartado y pobre en el México de hoy, después de que pasaran por allí unos estudiosos de ese país, siguiendo la pista de Barrientos, que me llevó a los archivos en Ciudad de México y Sevilla, donde poco a poco pude hacerme una idea del final de esta historia.

Es muy posible que Barrientos muriera de aquella enfermedad, más sabemos por el registro civil de Oaxaca que es un apellido común en la zona, por lo cual dejó descendencia y esta fue reconocida. Las crónicas callan y no esclarecen demasiado. Solo el hallazgo de estos papeles, la crónica de Hernando de Barrientos, que pasa a engrosar la colección de la Royal Society gracias al patrocinio del señor vizconde Lee de Fareham, pueden arrojar algo de luz, así como los relatos de los ancianos en su tradición oral.

En los documentos sabemos que Hernán Cortés, una vez conquistada Tenochtitlán, manda al capitán Gonzalo de Sandoval a tomar Tuxtepec y castigar a sus habitantes. La ciudad sufrió un duro ataque, en el que los españoles se asombraron de que sus enemigos usaran “largas lanzas como picas endurecidas al fuego”. Tras rendirlos por hambre, los cercaron en el templo, hoy mal llamado “el Castillo” y los fueron matando uno a uno. Al general Teutile se le ajustició, y se buscaron a todos los responsables de la matanza de los ochenta españoles de la actual Tuxtepec.




De Barrientos nada dicen estas crónicas y es cómo si no existiera, mas la pervivencia de su apellido nos habla de un cierto reconocimiento a su viuda y sus herederos. No obstante, a pesar de su lealtad, los chinantecas serían puestos a trabajar en encomiendas desde 1523, sufriendo las depredaciones de Pedro de Alvarado entre otros, que maltrató a sus habitantes. Desde 1527 se implanta una familia de encomenderos en la Chinantla Alta, que pervivirá durante siglos, aunque los chinantecas se alzaron por los malos tratos en 1530. Fruto de estos y de las enfermedades infecciosas, su número menguó grandemente y para 1570 era una zona poco poblada en la que pueblos limítrofes se fueron asentando, dando lugar al complejo mosaico que hoy la puebla.

Sin embargo, un detalle en las crónicas puede indicarnos que quizá la historia de Hernando de Barrientos no murió en 1521, si no que duró un poco más. Algún cronista cita que se hizo “uno con los indios" y también sabemos a través de la crónica de Bernal Díaz del Castillo que, cuando suben cien españoles al mando de un tal Briones a la Chinantla alta, les atacaron y emboscaron unos indios muy bien armados que les rechazaron. ¿Fue quizá el último combate de Barrientos, viendo que las tierras de los que habían luchado por el rey iban a repartirse entre conquistadores que no conocían el lugar ni la valía de sus habitantes?

Sea como fuere, lo cierto es que el gran beneficiado de la hazaña de Barrientos fue Cortés. A través de él supo de las riquezas de la región, y aunque el rey Carlos le despojara del gobierno de la Nueva España, crearía para él el marquesado de Oaxaca, por lo que se convirtió en señor de aquellas ricas tierras. Quizá es lo que siempre quiso desde el principio, y quizá esa riqueza fue la que sentenció a los chinantecas, pues al final pudo más la codicia del oro y la riqueza agrícola de sus tierras que una alianza que para Cortés fue ignota, al contrario que lo sucedido con los tlaxcaltecas.



Fue una decisión injusta, pero justo es afirmar que de Barrientos el capitán general y primer gobernador de la Nueva España únicamente sabía lo que le habían contado un par de cartas y lo que vio con sus propios ojos en Cempoala. A los totonacas, que también se aliaron con él, se les puso igualmente a trabajar en plantaciones. Sólo en Tlaxcala perduró el acuerdo, con ciertos matices, que les hizo ser un reino de indios en mitad de la colonia que era el virreinato. Y a través de sus archivos y ancianos supe que, en realidad, existe otra versión de lo que sucedió en 1522. Barrientos murió, pero su esposa hizo valer sus derechos y los de sus hijos a través de Águila de Sangre y los tlaxcaltecas, consintiendo los españoles de mala gana que los hijos de Hernando de Barrientos se les reconociera propietarios de aquellos cacahuetales tan famosos, que posteriormente se les retiraron en época de Felipe II. No obstante, es a través de este vínculo que el apellido perdura y se asienta en la región, dejando su poso.

La historia de este conquistador pasó, no obstante, desapercibida en la historia. Esperamos que como eran sus deseos, al final de sus días sus restos reposaran junto a las de su amada Celeste, que hizo de sus hijos los primeros mestizos terratenientes de Chinantla.


Redactado para la presentación de un artículo en el Journal of History and Archaeology, 23 de febrero de 1937.

[Infografías de David Nievas Muñoz]



David Nievas Muñoz es licenciado en Historia por la Universidad de Granada y máster en "La Monarquía Católica, el siglo de Oro Español y la Europa Barroca", además de asesor histórico de proyectos como la Recreación de la Paz de las Alpujarras, la obra pictórica del artista Augusto Ferrer-Dalmau y un cómic sobre la Batalla de Pavía de Cascaborra Ediciones. Asimismo, es creador del grupo de Facebook La Conquista de México y trabaja como guía turístico en Granada.

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